Documento 69 - Las instituciones humanas primitivas

   
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El libro de Urantia

Documento 69

Las instituciones humanas primitivas

69:0.1 (772.1) EN EL PLANO emocional el hombre trasciende a sus ancestros animales en su capacidad de apreciar el humor, el arte y la religión. En el plano social la superioridad del hombre se manifiesta en su capacidad de fabricar herramientas, comunicarse y crear instituciones.

69:0.2 (772.2) Cuando los seres humanos mantienen grupos sociales durante mucho tiempo, esos agrupamientos terminan siempre por crear ciertas tendencias de actividad que culminan en la institucionalización. La mayoría de las instituciones del hombre han supuesto un ahorro de trabajo al tiempo que contribuyen de algún modo a mejorar la seguridad del grupo.

69:0.3 (772.3) El hombre civilizado se precia del carácter, la estabilidad y la continuidad de sus instituciones establecidas, pero todas las instituciones humanas no son más que los usos y costumbres acumulados del pasado, conservados por los tabúes y dignificados por la religión. Esos legados se convierten en tradiciones, y las tradiciones terminan por transformarse en convenciones.

1. Las instituciones humanas básicas

69:1.1 (772.4) Todas las instituciones humanas atienden a alguna necesidad social pasada o presente, aunque su desarrollo excesivo resta indefectiblemente valor al individuo por el hecho de eclipsar su personalidad y disminuir su iniciativa. El hombre debería controlar sus instituciones en vez de dejarse dominar por estos productos del avance de la civilización.

69:1.2 (772.5) Las instituciones humanas pertenecen a tres clases generales:

69:1.3 (772.6) 1. Instituciones de autoconservación. Estas instituciones abarcan las prácticas nacidas del hambre y sus instintos asociados de autopreservación. Se incluyen entre ellas la industria, la propiedad, la guerra lucrativa y todos los mecanismos reguladores de la sociedad. Tarde o temprano el instinto del miedo fomenta el establecimiento de estas instituciones de supervivencia valiéndose del tabú, la convención y la sanción religiosa. Pero el miedo, la ignorancia y la superstición han desempeñado un papel prominente en los orígenes y el desarrollo posterior de todas las instituciones humanas.

69:1.4 (772.7) 2. Instituciones de autoperpetuación. Son las creaciones de la sociedad nacidas del apetito sexual, del instinto maternal y de los sentimientos afectivos más altos de las razas. Abarcan las salvaguardias sociales del hogar y la escuela, de la vida familiar, de la educación, de la ética y de la religión. Incluyen las costumbres matrimoniales, la guerra defensiva y la construcción de viviendas.

69:1.5 (772.8) 3. Instituciones de autogratificación. Son las prácticas que surgen de la propensión a la vanidad y de los sentimientos de orgullo, entre ellas las costumbres del vestido y el adorno personal, los usos sociales, la guerra por la gloria, el baile, la diversión, los juegos y otros aspectos de gratificación sensual. Pero la civilización no ha creado nunca instituciones específicas de autogratificación.

69:1.6 (773.1) Estos tres grupos de prácticas sociales están íntimamente interrelacionados y son minuciosamente interdependientes. En Urantia representan una organización compleja que funciona como un único mecanismo social.

2. Los albores de la industria

69:2.1 (773.2) La industria primitiva surgió lentamente como un seguro contra los terrores del hambre. Desde el principio de su existencia, el hombre fue aprendiendo de algunos animales a almacenar comida cuando era abundante para los días de escasez.

69:2.2 (773.3) Antes de la aparición de la primera economía y la industria primitiva, la suerte de la tribu común era de miseria y auténtico sufrimiento. Los primeros hombres tenían que competir con todo el mundo animal para alimentarse. La gravedad de la competencia arrastra siempre al hombre hacia el nivel de la bestia; la tiranía de la pobreza es su estado natural. La riqueza no es un don natural; es fruto del trabajo, el conocimiento y la organización.

69:2.3 (773.4) El hombre primitivo no tardó en reconocer las ventajas de la asociación. La asociación condujo a la organización, y el primer resultado de la organización fue la división del trabajo con el correspondiente ahorro inmediato de tiempo y materiales. Estas especializaciones del trabajo surgieron de la adaptación a la presión, buscando siempre la vía del mínimo esfuerzo. Los salvajes primitivos no hicieron nunca ningún trabajo real con gusto ni de buen grado. Solo se resignaban a trabajar movidos por la necesidad.

69:2.4 (773.5) Al hombre primitivo no le gustaba el trabajo duro y solo se daba prisa en caso de peligro grave. El elemento tiempo del trabajo, la idea de hacer una tarea dada dentro de cierto límite de tiempo, es una noción totalmente moderna. Los antiguos no sentían la urgencia del tiempo. Fue la doble exigencia de la intensa lucha por la existencia y el progreso constante de los niveles de vida lo que empujó a las razas de los primeros hombres, inactivas por naturaleza, por los caminos de la industria.

69:2.5 (773.6) El trabajo, el esfuerzo de proyectar, distinguen al hombre de la bestia, cuyos afanes son en gran parte instintivos. La necesidad de trabajar es la bendición primordial del hombre. Todo el equipo del Príncipe trabajó; contribuyeron mucho a ennoblecer el trabajo físico en Urantia. Adán fue hortelano; el Dios de los hebreos trabajó: fue el creador y sostenedor de todas las cosas. Los hebreos fueron la primera tribu que atribuyó un valor supremo a la laboriosidad; fueron el primer pueblo que decretó que «quien no trabaje tampoco coma». Sin embargo, muchas de las religiones del mundo volvieron al primer ideal de ociosidad. Júpiter fue un juerguista y Buda se convirtió en un entusiasta reflexivo del ocio.

69:2.6 (773.7) Las tribus sangik eran bastante laboriosas cuando residían fuera de las regiones tropicales. Pero hubo una larguísima lucha entre los perezosos partidarios de la magia y los apóstoles del trabajo que practicaban la previsión.

69:2.7 (773.8) La primera previsión humana estuvo dirigida a conservar el fuego, el agua y la comida. Pero el hombre primitivo era un jugador nato; quería siempre conseguir algo a cambio de nada, y en esos primeros tiempos los éxitos del trabajo paciente se atribuían demasiadas veces a los hechizos. La magia tardó mucho en dejar paso a la previsión, el esfuerzo y la laboriosidad.

3. La especialización del trabajo

69:3.1 (773.9) La división del trabajo en la sociedad primitiva se determinó primero por circunstancias naturales y después por circunstancias sociales. Este fue el primer orden de especialización del trabajo:

69:3.2 (774.1) 1. Especialización basada en el sexo. La presencia selectiva de los hijos fue el factor determinante del trabajo de la mujer; las mujeres aman por naturaleza a los bebés más que los hombres. La mujer se convirtió así en la trabajadora de rutina, mientras que el hombre se hizo cazador y guerrero, con periodos de trabajo y descanso bien diferenciados.

69:3.3 (774.2) A través de las edades los tabúes se han encargado de limitar estrictamente a la mujer a su propio campo. El hombre ha elegido con todo egoísmo el trabajo más agradable, y ha dejado la pesada rutina para la mujer. El hombre se ha avergonzado siempre de hacer el trabajo de la mujer, en cambio la mujer no ha mostrado nunca rechazo por el del hombre. Pero por extraño que parezca, el hombre y la mujer han trabajado siempre juntos para construir y amueblar el hogar.

69:3.4 (774.3) 2. Adaptación a la edad y la enfermedad. La siguiente división del trabajo vino determinada por estas diferencias. Pronto se encargó a los ancianos y lisiados la fabricación de armas y herramientas, y más tarde la construcción de obras de riego.

69:3.5 (774.4) 3. Diferenciación basada en la religión. Los curanderos fueron los primeros seres humanos que estuvieron exentos de los trabajos físicos duros; fueron los pioneros de las profesiones liberales. Los metaleros fueron un pequeño grupo que competía con los curanderos como magos. Su maestría en el trabajo de los metales hizo que la gente los temiera. Los «metaleros blancos» (hojalateros) y los «metaleros negros» (herreros) dieron origen a las primeras creencias en la magia blanca y la magia negra. Estas creencias se mezclaron más tarde con las supersticiones de fantasmas buenos y malos, de buenos y malos espíritus.

69:3.6 (774.5) Los metaleros fueron el primer grupo no religioso que disfrutó de privilegios especiales. Eran considerados neutrales durante las guerras, y ese ocio sobrante los llevó a convertirse en la clase política de la sociedad primitiva. Sin embargo los metaleros se hicieron odiar universalmente por su abuso descarado de los privilegios, y los curanderos no tardaron en fomentar este odio hacia sus competidores. En esta primera contienda entre ciencia y religión triunfó la religión (la superstición). Después de ser expulsados de los pueblos, los metaleros establecieron las primeras posadas, las primeras pensiones públicas, en las afueras de los poblados.

69:3.7 (774.6) 4. Amos y esclavos. Las relaciones entre conquistadores y conquistados produjeron la siguiente diferenciación del trabajo, que supuso el comienzo de la esclavitud humana.

69:3.8 (774.7) 5. Diferenciación basada en las diversas dotaciones físicas y mentales. Las diferencias inherentes a los hombres favorecieron nuevas divisiones del trabajo; no todos los seres humanos nacen iguales.

69:3.9 (774.8) Los primeros especialistas de la industria fueron los astilladores de pedernal y los mamposteros; luego vinieron los metaleros. Más tarde se desarrolló la especialización colectiva; familias y clanes enteros se dedicaron a ciertos tipos de trabajo. El origen de una de las primeras castas de sacerdotes, aparte de los curanderos tribales, se debió a la exaltación supersticiosa de una familia de expertos fabricantes de espadas.

69:3.10 (774.9) Los primeros especialistas colectivos de la industria fueron los exportadores de sal gema y los alfareros. Las mujeres hacían la alfarería sencilla y los hombres, la elaborada. Entre algunas tribus las mujeres eran las que cosían y tejían, en otras lo hacían los hombres.

69:3.11 (774.10) Los primeros comerciantes fueron mujeres; se las empleaba como espías y ejercían el comercio como actividad complementaria. Pronto se expandió el comercio, y las mujeres actuaban como intermediarias o corredoras. Luego apareció la clase de los mercaderes que cobraban una comisión, un beneficio, por sus servicios. El creciente trueque entre grupos fue evolucionando hacia el comercio, y tras el intercambio de mercancías vino el intercambio de mano de obra especializada.

4. Los comienzos del comercio

69:4.1 (775.1) Igual que el matrimonio por contrato siguió al matrimonio por captura, el comercio por trueque siguió a la apropiación forzosa. Pero medió un largo periodo de piratería entre las primeras prácticas de trueque silencioso y el comercio posterior mediante métodos modernos de intercambio.

69:4.2 (775.2) Los primeros trueques fueron llevados a cabo por comerciantes armados que dejaban sus mercancías en un lugar neutral. Las mujeres mantuvieron los primeros mercados; fueron las primeras comerciantes por el hecho de ser ellas las que cargaban con las mercancías; los hombres eran guerreros. Muy pronto aparecieron los mostradores de trueque, que eran muros lo bastante anchos como para impedir que los comerciantes se alcanzaran con sus armas.

69:4.3 (775.3) Se utilizaba un fetiche para montar guardia en los depósitos de mercancías destinadas al trueque silencioso. Esos lugares de mercado estaban protegidos contra el robo; nada salía de ellos si no era por compra o por permuta; con un fetiche de guardia, las mercancías estaban siempre a salvo. Los primeros comerciantes eran escrupulosamente honrados dentro de su propia tribu, pero les parecía aceptable engañar a forasteros desconocidos. Incluso los primeros hebreos observaban un código ético aparte en sus tratos con los gentiles.

69:4.4 (775.4) El trueque silencioso se siguió practicando durante mucho tiempo antes de que los hombres aceptaran reunirse desarmados en el sagrado recinto del mercado. Esas mismas plazas de mercado se convirtieron en los primeros lugares de asilo, y en algunas regiones se conocerían más tarde como «ciudades de refugio». Todo fugitivo que llegara al mercado estaba a salvo y protegido contra cualquier ataque.

69:4.5 (775.5) Los primeros pesos fueron granos de trigo y otros cereales. El primer medio de canje fue un pescado o una cabra. Más tarde la vaca se convirtió en unidad de trueque.

69:4.6 (775.6) La escritura moderna se originó en los primeros registros comerciales; la primera literatura del hombre fue un documento de promoción comercial, un anuncio de sal. Muchas de las primeras guerras se libraron por yacimientos naturales como los de pedernal, sal o metales. El primer tratado formal entre tribus estableció la explotación en común de un yacimiento de sal. Esos lugares sujetos a tratado proporcionaban a las tribus la oportunidad de mezclarse e intercambiar ideas de forma pacífica y amistosa.

69:4.7 (775.7) La escritura progresó a través de las etapas de los palos mensajeros, las cuerdas con nudos, la escritura pictórica, los jeroglíficos y los cinturones de cuentas hasta los primeros alfabetos simbólicos. El envío de mensajes evolucionó desde las primitivas señales de humo hasta los corredores, los jinetes, los ferrocarriles y los aviones, así como el telégrafo, el teléfono y la comunicación inalámbrica.

69:4.8 (775.8) Los comerciantes antiguos propagaron ideas nuevas y métodos mejores por todo el mundo habitado. El comercio, unido a la aventura, condujo a la exploración y al descubrimiento. Y todo esto dio origen al transporte. El comercio ha sido el gran civilizador al promover el cruce vitalizador de culturas.

5. Los comienzos del capital

69:5.1 (775.9) El capital es trabajo planteado como renuncia al presente en favor del futuro. Los ahorros representan una forma de seguro de manutención y supervivencia. La acumulación de alimentos desarrolló el autocontrol y creó los primeros problemas de capital y de mano de obra. El hombre que poseía alimentos, siempre que pudiera protegerlos de los ladrones, tenía una clara ventaja sobre el que no los poseía.

69:5.2 (775.10) El banquero primitivo era el hombre valiente de la tribu. Guardaba los tesoros del grupo en depósito y el clan entero defendía su choza en caso de ataque. De este modo, la acumulación de capital individual y riqueza colectiva dio origen inmediato a la organización militar. Estas precauciones se tomaron inicialmente para defender la propiedad contra asaltantes exteriores, pero luego se fue imponiendo la costumbre de mantener activa la organización militar mediante incursiones contra las propiedades y riquezas de las tribus vecinas.

69:5.3 (776.1) Los móviles fundamentales de la acumulación del capital fueron los siguientes:

69:5.4 (776.2) 1. El hambre unida a la previsión. Guardar y conservar alimentos significaba poder y comodidad para los que tenían la previsión de prepararse para futuras necesidades. Almacenar alimentos era un buen seguro contra la hambruna y los desastres. En realidad, todo el cuerpo primitivo de usos y costumbres estaba concebido para ayudar al hombre a subordinar el presente al futuro.

69:5.5 (776.3) 2. El amor a la familia, el deseo de satisfacer sus necesidades. El capital supone ahorrar bienes a pesar de las necesidades del presente para asegurarse contra las exigencias del futuro. Una parte de esa necesidad futura puede estar relacionada con la descendencia del ahorrador.

69:5.6 (776.4) 3. La vanidad, el anhelo de exhibir la acumulación de bienes. La ropa innecesaria fue uno de los primeros símbolos de distinción. La vanidad de coleccionar atrajo pronto el orgullo del hombre.

69:5.7 (776.5) 4. La posición, el afán por comprar prestigio social y político. Pronto surgió una nobleza comercializada; para ser admitido en ella había que prestar algún servicio especial a la realeza o se concedía simplemente a cambio de dinero.

69:5.8 (776.6) 5. El poder, el ansia de ser el amo. Prestar tesoros era un medio habitual de esclavización; el cien por cien anual era el tipo de interés en aquellos tiempos antiguos. Los prestamistas se convertían en auténticos reyes con un ejército permanente de deudores. Los siervos fueron una de las primeras formas de acumulación de propiedad, y en la antigüedad la esclavitud por deudas se extendía incluso al control del cuerpo después de la muerte.

69:5.9 (776.7) 6. El miedo a los fantasmas de los muertos, las cuotas de protección pagadas a los sacerdotes. El hombre empezó pronto a hacer regalos funerarios a los sacerdotes con vistas a que sus bienes fueran utilizados para facilitar su progreso en la próxima vida. La clase sacerdotal se hizo así muy rica; fueron los principales capitalistas de la antigüedad.

69:5.10 (776.8) 7. El impulso sexual, el deseo de comprar una o más esposas. La primera forma de comercio del hombre fue el intercambio de mujeres; fue muy anterior al comercio de caballos. Pero el trueque de esclavas sexuales no ha hecho nunca progresar a la sociedad; este tráfico era y es una vergüenza racial, pues dificultó el desarrollo de la vida familiar y contaminó al mismo tiempo la aptitud biológica de los pueblos superiores.

69:5.11 (776.9) 8. Las numerosas formas de autogratificación. Algunos buscaron la riqueza porque confería poder; otros trabajaron duro para conseguir bienes y vivir con desahogo. Los primeros hombres (y otros más tardíos) tendían a derrochar sus recursos en lujos. Las bebidas alcohólicas y las drogas intrigaban a las razas primitivas.

69:5.12 (776.10) A medida que la civilización se desarrollaba, el hombre adquirió nuevos incentivos para ahorrar; nuevas necesidades se fueron sumando rápidamente al hambre original. Se llegó a aborrecer tanto la pobreza que se suponía que solo los ricos iban directamente al cielo al morir. Se llegó a valorar tanto la propiedad que dar un festín ostentoso bastaba para limpiar el deshonor de un nombre.

69:5.13 (777.1) La acumulación de riqueza se convirtió pronto en símbolo de distinción social. Los individuos de ciertas tribus acumulaban bienes durante años solo para quemarlos en alguna festividad o repartirlos gratuitamente entre sus compañeros de tribu. Así causaban sensación y se convertían en grandes hombres. Incluso los pueblos modernos se complacen en repartir pródigamente regalos de Navidad, mientras que sus ciudadanos más ricos dotan a las grandes instituciones filantrópicas y educativas. Los procedimientos del hombre varían, pero su propensión es la misma.

69:5.14 (777.2) Cabe señalar por otro lado que muchos de los hombres ricos de la antigüedad distribuyeron gran parte de su fortuna por miedo a morir a manos de los que codiciaban sus tesoros. Los hombres acaudalados solían sacrificar a partidas enteras de esclavos para demostrar su desdén por la riqueza.

69:5.15 (777.3) Aunque el capital ha contribuido a liberar al hombre, ha complicado enormemente su organización social e industrial. El abuso del capital por capitalistas injustos no invalida el hecho de que es la base de la sociedad industrial moderna. Gracias al capital y a los inventos, la presente generación goza de mayor grado de libertad que ninguna de sus predecesoras en el planeta. Esto se hace constar aquí como hecho y no como justificación de los muchos malos usos del capital por parte de custodios desconsiderados y egoístas.

6. El fuego y la civilización

69:6.1 (777.4) La sociedad primitiva con sus cuatro divisiones —industrial, normativa, religiosa y militar— surgió gracias al papel decisivo que desempeñaron el fuego, los animales, los esclavos y la propiedad.

69:6.2 (777.5) La capacidad de hacer fuego separó de un solo salto y para siempre al hombre del animal; es el invento o descubrimiento humano fundamental. El fuego permitió al hombre pasar la noche en el suelo, ya que todos los animales lo temen. El fuego alentó el trato social a la caída de la tarde; no solo protegía del frío y de los animales salvajes, sino que se empleaba también como protección contra los fantasmas. Al principio se utilizaba más para alumbrar que para calentar; muchas tribus atrasadas se niegan a dormir sin una llama ardiendo durante toda la noche.

69:6.3 (777.6) El fuego fue un gran civilizador y dio al hombre su primera oportunidad de ser altruista sin privarse de nada, pues podía regalar brasas a un vecino sin echarlas en falta. El fuego del hogar, que era atendido por la madre o la hija mayor, fue el primer educador, pues exigía vigilancia y responsabilidad. El primer hogar no fue un edificio sino la familia reunida alrededor del fuego, la hoguera familiar. Cuando un hijo fundaba un nuevo hogar se llevaba una tea de la hoguera familiar.

69:6.4 (777.7) Aunque Andon, el descubridor del fuego, evitó tratarlo como objeto de adoración, muchos de sus descendientes consideraron la llama como un fetiche o como un espíritu. No supieron aprovechar los beneficios sanitarios del fuego porque se negaban a quemar residuos. El hombre primitivo temía al fuego y procuraba mantenerlo siempre de buen humor, por eso le echaba incienso. Los antiguos no escupían en el fuego bajo ninguna circunstancia ni pasaban entre alguien y un fuego ardiendo. Hasta las piritas de hierro y los pedernales que se utilizaban para hacer fuego eran sagrados para los primeros miembros del género humano.

69:6.5 (777.8) Era pecado apagar una llama; si una choza se incendiaba, se la dejaba arder. Los fuegos de los templos y capillas eran sagrados y no se permitía nunca que se apagaran; sin embargo era costumbre encender nuevos fuegos cada año o después de alguna calamidad. Las mujeres fueron elegidas como sacerdotisas porque eran ellas las que custodiaban el fuego del hogar.

69:6.6 (778.1) Los primeros mitos acerca de cómo descendió el fuego de los dioses nacieron de la observación de incendios provocados por rayos. Estas ideas sobre su origen sobrenatural condujeron directamente a la adoración del fuego, y la adoración del fuego condujo a la costumbre de «pasar por el fuego», una práctica que se mantuvo hasta los tiempos de Moisés. Y aún persiste la idea de que se pasa por el fuego tras la muerte. El mito del fuego fue un gran vínculo de unión en los primeros tiempos y aún perdura en el simbolismo de los parsis.

69:6.7 (778.2) El fuego condujo a cocinar, y «come crudo» se convirtió en una expresión de burla. Comer cocinado redujo el gasto de energía vital necesaria para la digestión y dejó así a los primeros hombres algunas fuerzas para la cultura social, mientras que la cría de animales, al reducir el esfuerzo necesario para conseguir comida, proporcionó tiempo para las actividades sociales.

69:6.8 (778.3) Se debe recordar que el fuego abrió la puerta a la metalurgia y condujo al descubrimiento posterior de la energía del vapor y a los usos de la electricidad en el presente.

7. La utilización de animales

69:7.1 (778.4) Al principio todo el mundo animal era enemigo del hombre; los seres humanos tuvieron que aprender a protegerse de las bestias. Primero el hombre se comió a los animales, pero después aprendió a domesticarlos y a hacer que le sirvieran.

69:7.2 (778.5) La domesticación de animales ocurrió por casualidad. Los salvajes cazaban en las manadas de forma muy parecida a como los indios norteamericanos cazaban el bisonte. Rodeaban la manada para controlar a los animales y así podían matarlos a medida que los necesitaban como alimento. Más adelante se construyeron corrales y se capturaban manadas enteras.

69:7.3 (778.6) Fue fácil domar a algunos animales, pero al igual que el elefante, muchos de ellos no se reproducían en cautiverio. Más adelante se descubrió que ciertas especies de animales se sometían a la presencia del hombre y se reproducían en cautiverio. La domesticación de animales se promovió así mediante la cría selectiva, un arte que ha hecho grandes progresos desde los días de Dalamatia.

69:7.4 (778.7) El perro fue el primer animal que se domesticó, y la difícil experiencia de domarlo comenzó cuando cierto perro, después de seguir a un cazador todo el día, llegó con él hasta su casa. Durante miles de años los perros se utilizaron como alimento, para la caza, para el transporte y como compañía. Al principio los perros solo aullaban, aunque más tarde aprendieron a ladrar. El agudo sentido del olfato del perro dio pie a la idea de que podían ver espíritus, y apareció así el culto a los perros fetiche. El empleo de perros guardianes permitió por primera vez que el clan completo pudiera dormir por la noche. Entonces se estableció la costumbre de utilizar a los perros guardianes para proteger el hogar contra los espíritus igual que contra los enemigos materiales. Cuando el perro ladraba algún hombre o animal se acercaba, pero cuando el perro aullaba los espíritus andaban cerca. Incluso hoy en día muchos siguen creyendo que el aullido nocturno de un perro presagia la muerte.

69:7.5 (778.8) Cuando el hombre era cazador fue bastante amable con la mujer, pero a raíz de la domesticación de los animales junto con la confusión ocasionada por Caligastia, muchas tribus trataron a sus mujeres de forma vergonzosa. Las trataron de manera muy parecida a como trataban a sus animales. El trato brutal del hombre a la mujer constituye uno de los capítulos más negros de la historia humana.

8. La esclavitud como factor de civilización

69:8.1 (778.9) El hombre primitivo no dudó nunca en esclavizar a sus semejantes. La mujer fue la primera esclava, una esclava familiar. Los pueblos pastores esclavizaron a la mujer como pareja sexual inferior. Este tipo de esclavitud sexual fue consecuencia directa de la dependencia cada vez menor del hombre hacia la mujer.

69:8.2 (779.1) No hace mucho tiempo la esclavitud era el destino de los prisioneros de guerra que se negaban a aceptar la religión del conquistador. En tiempos anteriores los prisioneros eran comidos, torturados hasta morir, obligados a luchar entre sí, sacrificados a los espíritus o esclavizados. La esclavitud fue un gran avance sobre las masacres y el canibalismo.

69:8.3 (779.2) La esclavización fue un paso adelante en cuanto a clemencia con los cautivos de guerra. La emboscada de Hai, con la matanza sistemática de hombres, mujeres y niños, en la que solo se dejó con vida al rey para satisfacer la vanidad del vencedor, es imagen fiel de las bárbaras masacres practicadas incluso por pueblos supuestamente civilizados. El ataque a Og, el rey de Basán, fue igualmente brutal y efectivo. Los hebreos «aniquilaban totalmente» a sus enemigos y se apoderaban de todos sus bienes como botín. Imponían tributos a todas las ciudades, so pena de «aniquilar a todos los varones». Pero en esa misma época muchas tribus mostraban ya menos egotismo tribal y llevaban mucho tiempo adoptando a los cautivos superiores.

69:8.4 (779.3) Los cazadores, como el hombre rojo americano, no esclavizaban. O bien adoptaban o bien mataban a sus prisioneros. La esclavitud no prevaleció entre los pueblos pastores porque necesitaban poca mano de obra. En las guerras los pastores tenían como norma matar a todos los cautivos varones y tomar como esclavos solo a mujeres y niños. El código mosaico contenía indicaciones precisas sobre el modo de convertir a esas mujeres cautivas en esposas. Si no eran satisfactorias podían ser despedidas, pero a los hebreos no les estaba permitido vender como esclavas a esas consortes rechazadas. Esto, al menos, era un avance de la civilización. Aunque las normas sociales de los hebreos eran rudimentarias, estaban muy por encima de las de las tribus de su entorno.

69:8.5 (779.4) Los pastores fueron los primeros capitalistas. Sus rebaños representaban el capital y vivían de los intereses: su incremento natural; y no estaban dispuestos a confiar esta riqueza al cuidado de esclavos ni de mujeres. Sin embargo, con el tiempo empezaron a hacer prisioneros varones a los que forzaban a cultivar el suelo. Este es el primer origen de la servidumbre, del hombre atado a la tierra. A los africanos se les podía enseñar fácilmente a trabajar la tierra, de ahí que se convirtieran en la gran raza esclava.

69:8.6 (779.5) La esclavitud fue un eslabón indispensable en la cadena de la civilización humana. Fue el puente por el que la sociedad pasó del caos y la indolencia al orden y las actividades civilizadas. Obligó a los pueblos atrasados y perezosos a trabajar y proporcionó así la riqueza y el ocio necesarios para el avance social de sus superiores.

69:8.7 (779.6) La institución de la esclavitud obligó al hombre a inventar el mecanismo regulador de la sociedad primitiva; dio origen a las primeras formas de gobierno. La esclavitud exige una fuerte regulación; por ello desapareció prácticamente durante la Edad Media europea cuando los señores feudales no pudieron controlar a los esclavos. Las tribus atrasadas de la antigüedad, igual que los aborígenes australianos de hoy, nunca tuvieron esclavos.

69:8.8 (779.7) Es cierto que la esclavitud era opresiva, pero fue en las escuelas de la opresión donde el hombre aprendió la laboriosidad. Al final los esclavos compartieron los beneficios de la sociedad superior que tan en contra de su voluntad contribuyeron a construir. La esclavitud crea una organización de cultura y logro social, pero pronto ataca insidiosamente a la sociedad desde dentro como la más grave de todas las enfermedades sociales destructivas.

69:8.9 (779.8) Los inventos de la mecánica moderna han dejado obsoleto al esclavo. La esclavitud, al igual que la poligamia, está desapareciendo porque no compensa. Pero el resultado de liberar de golpe a un gran número de esclavos siempre ha sido desastroso; una emancipación gradual genera menos problemas.

69:8.10 (780.1) Hoy en día los hombres ya no son esclavos sociales, pero miles de ellos permiten que la ambición los haga esclavos de las deudas. La esclavitud involuntaria ha dado paso a una nueva forma mejorada de servidumbre industrial modificada.

69:8.11 (780.2) Aunque el ideal de la sociedad sea la libertad universal, no se debería tolerar nunca la ociosidad. Todas las personas capaces deberían estar obligadas a hacer al menos el trabajo suficiente para sustentarse.

69:8.12 (780.3) La sociedad moderna está dando marcha atrás. La esclavitud casi ha desaparecido; los animales domésticos van por el mismo camino. La civilización está volviendo al fuego —al mundo inorgánico— en busca de energía. El hombre salió del salvajismo mediante el fuego, los animales y la esclavitud. Hoy mira hacia atrás y desecha la ayuda de esclavos y la asistencia de animales mientras intenta arrancar nuevos secretos y nuevas fuentes de riqueza y energía del depósito elemental de la naturaleza.

9. La propiedad privada

69:9.1 (780.4) Aunque la sociedad primitiva fue prácticamente comunal, el hombre primitivo no observaba las doctrinas del comunismo moderno. El comunismo de aquellos primeros tiempos no fue una mera teoría o doctrina social; era una simple adaptación automática de tipo práctico. El comunismo impidió el pauperismo y la indigencia. La mendicidad y la prostitución eran casi desconocidas entre esas tribus antiguas.

69:9.2 (780.5) El comunismo primitivo no niveló especialmente a los hombres por abajo; tampoco exaltó la mediocridad, pero sí fomentó la ociosidad y la pereza, ahogó la laboriosidad y destruyó la ambición. El comunismo fue un andamiaje indispensable para el crecimiento de la sociedad primitiva, pero tuvo que ceder el paso a la evolución de un orden social más elevado porque iba en contra de cuatro poderosas inclinaciones humanas:

69:9.3 (780.6) 1. La familia. El hombre no solo ansía acumular propiedades, desea también legar su capital a su progenie. Pero en la sociedad comunal primitiva el capital que dejaba un hombre al morir o bien se consumía inmediatamente o bien se repartía entre el grupo. La propiedad no se heredaba: el impuesto sobre sucesiones era del cien por cien. Los usos y costumbres posteriores en cuanto a acumulación de capital y transmisión hereditaria de la propiedad fueron un indudable adelanto social. Y esto es cierto a pesar de los graves abusos asociados posteriormente al mal uso del capital.

69:9.4 (780.7) 2. Las tendencias religiosas. El hombre primitivo quería también ahorrar bienes como punto de partida para su vida en la existencia siguiente. Esto explica por qué duró tanto tiempo la costumbre de enterrar al difunto con sus pertenencias personales. Los antiguos creían que solo los ricos sobrevivían a la muerte con cierto placer y dignidad inmediatos. Los maestros de la religión revelada, y en particular los maestros cristianos, fueron los primeros en proclamar que los pobres podían salvarse en las mismas condiciones que los ricos.

69:9.5 (780.8) 3. El deseo de libertad y de ocio. En los primeros días de la evolución social el reparto de los ingresos individuales entre el grupo era prácticamente una forma de esclavitud; el trabajador se hacía esclavo del ocioso. La debilidad suicida del comunismo fue que el imprevisor vivía habitualmente a costa del ahorrador. Incluso en los tiempos modernos los imprevisores dependen de que el Estado (los contribuyentes ahorrativos) los cuide. Los que no tienen capital siguen esperando que los que lo tienen les den de comer.

69:9.6 (780.9) 4. La necesidad de seguridad y de poder. El comunismo acabó siendo destruido por los fraudes de los individuos prósperos y progresistas que recurrían a diversos subterfugios para evitar convertirse en esclavos de los indolentes holgazanes de su tribu. Al principio los bienes solo podían atesorarse en secreto, pues la inseguridad de los tiempos primitivos impedía la acumulación abierta de capital. Incluso en tiempos posteriores era muy peligroso amasar demasiada riqueza porque el rey no dejaría de inventar alguna acusación para confiscar las propiedades del rico. Y cuando un rico moría el funeral se retrasaba hasta que la familia donaba una cuantiosa suma al bienestar público o al rey, un impuesto sobre sucesiones.

69:9.7 (781.1) En los primeros tiempos las mujeres eran propiedad de la comunidad y la madre dominaba la familia. Los primeros jefes eran dueños de toda la tierra y propietarios de todas las mujeres; el matrimonio requería el consentimiento del jefe de la tribu. Con la desaparición del comunismo las mujeres se convirtieron en propiedad individual y el padre asumió gradualmente el control doméstico. Así nació el hogar, y la monogamia fue sustituyendo gradualmente a las costumbres polígamas imperantes. (La poligamia es el vestigio del concepto de esclavitud femenina en el matrimonio. La monogamia es el ideal, libre de toda esclavitud, de la asociación incomparable de un hombre y una mujer en la hermosa empresa de formar un hogar, criar a los hijos, cultivarse mutuamente y mejorarse a sí mismos.)

69:9.8 (781.2) Al principio toda propiedad, incluso armas y herramientas, era posesión común de la tribu. La propiedad privada consistió primero en todo lo que una persona tocara. Si un extraño bebía en una taza, la taza era suya desde ese momento. Más adelante, todo lugar donde se derramara sangre se convertiría en propiedad de la persona o grupo herido.

69:9.9 (781.3) La propiedad privada se respetó así en un principio porque se suponía que estaba cargada con cierta parte de la personalidad de su dueño. La honradez respecto a la propiedad descansaba sin peligro sobre este tipo de superstición; no hacía falta policía para custodiar las pertenencias personales. No había robos dentro del grupo, aunque los hombres no dudaban en apropiarse de los bienes de otras tribus. Las relaciones de propiedad no terminaban con la muerte; al principio los efectos personales se quemaban, luego se enterraban con el muerto y más tarde los heredaba la familia superviviente o la tribu.

69:9.10 (781.4) Los efectos personales de tipo ornamental tuvieron su origen en el uso de los amuletos. La vanidad, unida al miedo a los fantasmas, condujeron a los primeros hombres a defender a ultranza sus amuletos predilectos que valoraban por encima de todas sus necesidades.

69:9.11 (781.5) Una de las primeras propiedades del hombre fue el lugar donde dormía. Con el tiempo los solares de las viviendas fueron asignados por los jefes tribales, que ejercían la custodia de todos los bienes raíces del grupo. Poco después los emplazamientos de las hogueras confirieron propiedad, y más adelante los pozos otorgaron la titularidad del terreno adyacente.

69:9.12 (781.6) Los abrevaderos y los pozos estuvieron entre las primeras posesiones privadas. Se utilizó todo el poder de los fetiches para custodiar los abrevaderos, los pozos, los árboles, los cultivos y la miel. Cuando se perdió la fe en los fetiches, se desarrollaron leyes para proteger las pertenencias privadas. Pero las leyes de la caza, el derecho a cazar, precedieron por mucho a las leyes del suelo. El hombre rojo americano no entendió nunca la propiedad privada de la tierra; no podía comprender el punto de vista del hombre blanco.

69:9.13 (781.7) La propiedad privada pronto llevó la marca de las insignias de familia, y ese fue el origen lejano de los emblemas familiares. Los bienes raíces también se podían poner bajo la custodia de los espíritus. Los sacerdotes «consagraban» un terreno, que quedaba entonces bajo la protección de los tabúes mágicos erigidos sobre él. Se decía que sus dueños poseían un «título sacerdotal de propiedad». Los hebreos tenían gran respeto por esos mojones familiares: «Maldito sea el que quite el mojón de su vecino». Esos indicadores de piedra llevaban las iniciales del sacerdote. Incluso los árboles se convertían en propiedad privada cuando se marcaban con iniciales.

69:9.14 (782.1) Inicialmente solo fueron privadas las cosechas, pero cosechas sucesivas conferían título de propiedad; la agricultura fue así la génesis de la propiedad privada de la tierra. Al principio los individuos solo recibían la tenencia de por vida; a su muerte la tierra revertía a la tribu. Las primeras titularidades de tierra que las tribus concedieron a los individuos fueron las tumbas, los cementerios familiares. En tiempos posteriores la tierra pertenecía a quien la cercara. Pero las ciudades reservaban siempre ciertas tierras para pastos públicos y para su utilización en caso de sitio; esos «ejidos» representan el vestigio de las formas primitivas de propiedad colectiva.

69:9.15 (782.2) Con el tiempo el Estado asignó la propiedad al individuo y se reservó el derecho de recaudar impuestos. Una vez asegurados sus títulos de propiedad, los terratenientes pudieron recabar alquileres y la tierra se convirtió en una fuente de ingresos, en capital. La tierra se había convertido por fin en un bien negociable, susceptible de venta, traspaso, hipoteca y ejecución hipotecaria.

69:9.16 (782.3) La propiedad privada trajo más libertad y una mayor estabilidad; pero la propiedad privada de la tierra no obtuvo la sanción social hasta después del fracaso de los sistemas comunales de dirección y control. La etapa siguiente consistió en una sucesión de esclavos, siervos y clases sin tierra. Pero el perfeccionamiento de la maquinaria está liberando gradualmente al hombre del duro trabajo servil.

69:9.17 (782.4) El derecho de propiedad no es absoluto; es puramente social. Pero todo el gobierno, toda la ley, todo el orden, todos los derechos civiles, todas las libertades sociales, todas las convenciones, toda la paz y toda la felicidad de que disfrutan los pueblos modernos han surgido en torno a la propiedad privada de los bienes.

69:9.18 (782.5) El presente orden social no es necesariamente el correcto —no es ni divino ni sagrado— pero la humanidad hará bien en ir despacio a la hora de hacer cambios. El sistema que tenéis es inmensamente mejor que ninguno de los que conocieron vuestros predecesores. Cuando cambiéis el orden social aseguraos de cambiarlo para mejor. No os dejéis persuadir de hacer experimentos con las fórmulas que descartaron vuestros antepasados ¡Avanzad, no retrocedáis! ¡Que siga la evolución! No deis un paso atrás.

69:9.19 (782.6) [Presentado por un Melquisedec de Nebadon.]

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