Lo que El libro de Urantia significa para mí: las dimensiones de Dios

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Saulo Q. Fraga

De Saulo Q. Fraga Pernambuco (Brasil)

Una de las cosas maravillosas que El libro de Urantia ha hecho por mi percepción de Dios ha sido ampliar mi visión interna o espiritual del tamaño de Dios. Desde mis antecedentes religiosos de niño y adolescente pude entender que Dios es grande, pero tuve problemas con la enseñanza de que su espíritu puede morar en mí. ¿Cómo podría ser eso posible? Siendo tan grande, ¿cómo podría Él morar en mí? ¿Cómo podría un Ser tan grande y puro morar en un ser tan pequeño, defectuoso y pecador?

Mi padre me introdujo a la doctrina católica, y mi madre al cristianismo evangélico. Aprendí buenos valores morales y éticos, vislumbré los valores espirituales, pero había algunos puntos que no estaban bien explicados, lo que me hizo emprender una búsqueda más detallada.

Cuando pedí que retiraran mi nombre como miembro oficial de la iglesia, traté de hacer entender a mi familia que dejaba la institución humana, pero no dejaba a Dios. Los buenos conceptos que tengo hoy sobre Dios se los debo a las enseñanzas de mis padres, por las que estoy muy agradecido, pero El libro de Urantia es el que me ha ayudado a entender mejor tanto la idea como el ideal de Dios. Para cualquier mortal es una tarea enorme intentar comprender con nuestra mente finita un Ser de mente infinita, pero todos somos libres de querer saber más sobre Dios.

Hace unos ocho años me encontré con El libro de Urantia (O Livro de Urântia en portugués), que me fascinó a pesar de su misterioso origen. La primera vez que estudié el índice pude ver en ese esquema una armonía, una cohesión y un orden superior en la presentación de un Ser eterno y sus magníficos planes dirigidos al bien de Su creación.

Como con todos los escritos de supuesto origen divino, no importa la denominación religiosa, ya sea una revelación a través de la inspiración o una revelación ampliada de la verdad cósmica debemos trabajar como buscadores de oro y esforzarnos siempre por encontrar el oro. Debemos aprender a separar el ritual personal (al que todos tenemos derecho) de la búsqueda sincera y directa de la Gran Fuente y Centro de todas las cosas y seres, que tiene lugar a través de nuestra personal e íntima experiencia religiosa con Dios. No necesitamos aceptar con los ojos cerrados todo lo que estos escritos nos presentan; tenemos el derecho de cuestionar a Dios, nuestro Padre, y eso es lo que sigo haciendo. He seguido analizando El libro de Urantia y siempre aprendo algo nuevo.

Lo que me gustaría destacar aquí es la grandeza de Dios y cómo la visualizo. Descubrí que era más fácil de hacer cuando se entiende la diferencia entre calidad y cantidad. Lo que aprendemos sobre «¿quién es Dios?» y «¿dónde está Dios?» es que hay muchas respuestas a esas preguntas, que nos muestran que hay muchas dimensiones de Dios en el universo, dimensiones que ayudan a explicar cómo podemos contactar con Él.

En cualquier momento y lugar puedo dirigirme a mi Ajustador interior, a Miguel de Nebadón, a Dios Supremo o a cualquiera de las tres Deidades paradisiacas (el Espíritu Infinito, el Hijo Eterno y el Padre Universal). Todos son uno en diferentes fases o manifestaciones. Cualitativamente, si no cuantitativamente, todos son iguales. Puedo dirigirme simplemente a «Dios», y a partir de ahí sus circuitos inerrantes de energía espiritual hacen el resto del trabajo y dirigen mi petición o adoración al departamento correcto, por así decirlo.

Como se explica claramente en el libro, nuestras peticiones y nuestra adoración llegan ante el trono del Padre a través del hombre-Dios, Dios-hombre, conocido por nosotros como Josué ben José y Miguel de Salvingtón, quien declaró categóricamente que solo Él es el Mediador entre Dios y los seres humanos:

Cuando Jesús escuchó a Tomás, contestó: «Tomás, yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va hacia el Padre si no es a través de mí. Todos los que encuentran al Padre, primero me encuentran a mí. Si me conocéis, conocéis el camino hacia el Padre. Y me conocéis de hecho, porque habéis vivido conmigo y ahora me veis.» 180:3.7 (1947.6) [negrita añadida]

El libro de Urantia habla con claridad sobre la flexibilidad al dirigirnos a Dios cuando trata sobre el origen de los Ajustadores del Pensamiento, los fragmentos divinos:

Aunque circulan opiniones diversas sobre la manera en que se conceden los Ajustadores del Pensamiento, no existen tales diferencias en lo que se refiere a su origen; todos están de acuerdo en que proceden directamente del Padre Universal, la Fuente-Centro Primera. No son seres creados; son entidades fragmentadas que representan la presencia de hecho del Dios infinito. Al igual que sus numerosos asociados no revelados, los Ajustadores son de una divinidad pura y sin mezcla, partes incalificadas y no atenuadas de la Deidad; son de Dios y, en la medida en que podemos discernirlo, son Dios. 107:1.2 (1177.3)

En la sección que trata sobre la adoración, el libro explica el papel de los Migueles en la adoración y la oración:

Los Hijos Creadores o Hijos Soberanos que presiden los destinos de los universos locales ocupan el lugar tanto del Padre Universal como del Hijo Eterno del Paraíso. Estos Hijos de los Universos reciben en nombre del Padre la adoración del culto, y prestan oído a las súplicas de sus súbditos que oran en todas las partes de sus creaciones respectivas. A efectos prácticos, un Hijo Miguel es Dios para los hijos de su universo local. Es la personificación del Padre Universal y del Hijo Eterno en el universo local. El Espíritu Infinito mantiene un contacto personal con los hijos de esos reinos a través de los Espíritus del Universo, las asociadas administrativas y creativas de los Hijos Creadores Paradisiacos. 5:3.6 (66.2)

En el documento que trata sobre Dios Supremo, nos dicen que Él es el camino por el que el Dios eterno puede estar presente en el tiempo:

El Supremo es Dios en el tiempo; suyo es el secreto del crecimiento de las criaturas en el tiempo; suya es también la conquista del presente incompleto y la consumación del futuro que se está perfeccionando. Y he aquí el fruto final de todo el crecimiento finito: el poder estará controlado por el espíritu a través de la mente, debido a la presencia unificadora y creativa de la personalidad. La consecuencia culminante de todo este crecimiento es el Ser Supremo. 117:2.1 (1280.1)

En el documento que trata sobre el Espíritu Infinito habla de otra dimensión de la manera en que otras Personas representan a Dios:

Recordad siempre que el Espíritu Infinito es el Actor Conjunto; tanto el Padre como el Hijo actúan en él y a través de él; está presente no sólo como él mismo, sino también como Padre y como Hijo, y como Padre-Hijo. En reconocimiento de este hecho y por muchas razones adicionales, a la presencia espiritual del Espíritu Infinito se la califica a menudo de «el espíritu de Dios». 8:5.5 (96.1)

En el documento que trata sobre el Hijo Eterno, leemos que en cierto modo el Hijo es Dios y (confirmando lo que hemos leído previamente) esto se extiende a los Hijos Creadores:

El Hijo Eterno es el Verbo eterno de Dios. Es enteramente semejante al Padre; de hecho, el Hijo Eterno es Dios Padre manifestado personalmente al universo de universos. Y así se ha podido, se puede, y se podrá decir siempre del Hijo Eterno y de todos los Hijos Creadores coordinados: «El que ha visto al Hijo, ha visto al Padre». 6:2.2 (74.7)

Finalmente, en el documento sobre la Deidad y la realidad, nos dicen que Dios como controlador y Dios como Padre son ambos verdaderos, y que esta verdad es fundamental para la realidad del universo:

El Controlador Universal. YO SOY la causa del Paraíso eterno. Ésta es la relación primordial impersonal entre las realidades, la asociación original no espiritual. El Padre Universal es Dios-como-amor; el Controlador Universal es Dios-como-arquetipo. Esta relación establece el potencial de las formas — de las configuraciones — y determina el arquetipo maestro de las relaciones impersonales y no espirituales — el arquetipo maestro que sirve para crear todas las copias. 105:2.6 (1154.5)

En términos más sencillos: he aprendido que el enfoque que debo aplicar no es realmente en el aspecto cuantitativo, el tamaño, sino en las cualidades de Dios. No importa la fase o manifestación de la Deidad a la que me dirija. ¡Qué reconfortante y excitante es poder hablar con nuestro Padre y saber, no solo creer, que Él nos escucha! Desde la eternidad, Dios Padre nos ve como seres perfectos, aunque nos estemos perfeccionando en el tiempo. En el corazón de Dios ya somos perfectos. No necesito convencerlo para que me guíe y conduzca a la condición de espíritu perfecto, pues ya lo está haciendo con amor, paciencia y misericordia. Sabiendo esto me siento inspirado a permanecer «sintonizado» con Él con amor, y por lo tanto a amar a sus hijos como Él nos ama.

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