Documento 10 - La Trinidad del Paraíso

   
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El libro de Urantia

Documento 10

La Trinidad del Paraíso

10:0.1 (108.1) LA Trinidad del Paraíso de las Deidades eternas permite al Padre escapar del absolutismo de la personalidad. La Trinidad asocia perfectamente la expresión ilimitada de la infinita voluntad personal de Dios con la absolutidad de la Deidad. El Hijo Eterno y los diversos Hijos de origen divino, juntamente con el Actor Conjunto y sus hijos del universo, posibilitan efectivamente la liberación del Padre de las limitaciones por lo demás inherentes a la primacía, la perfección, la inmutabilidad, la eternidad, la universalidad, la absolutidad y la infinitud.

10:0.2 (108.2) La Trinidad del Paraíso asegura efectivamente la expresión plena y la revelación perfecta de la naturaleza eterna de la Deidad. Los Hijos Estacionarios de la Trinidad ofrecen igualmente una revelación plena y perfecta de la justicia divina. La Trinidad es unidad de Deidad, y esta unidad descansa eternamente sobre los fundamentos absolutos de la unicidad divina de las tres personalidades originales iguales en rango y en existencia: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu.

10:0.3 (108.3) Partiendo de la situación presente en el círculo de la eternidad y mirando hacia atrás al pasado sin fin, podemos descubrir una sola inevitabilidad ineludible en los asuntos del universo, y es la Trinidad del Paraíso. Yo creo que la Trinidad ha sido inevitable. Cuando veo el pasado, el presente y el futuro del tiempo, considero que ninguna otra cosa ha sido inevitable en todo el universo de universos. El universo maestro presente, visto en retrospectiva o en prospectiva, es impensable sin la Trinidad. Dada la Trinidad del Paraíso, podemos postular formas alternativas o incluso múltiples de hacer todas las cosas, pero sin la Trinidad de Padre, Hijo y Espíritu somos incapaces de concebir cómo pudo conseguir el Infinito una personalización triple y de igual rango frente a la absoluta unicidad de la Deidad. Ningún otro concepto de la creación está a la altura de los niveles de la Trinidad por su compleción de la absolutidad inherente a la unidad de la Deidad unida a la repleción de la liberación volitiva inherente a la personalización triple de la Deidad.

1. La autodistribución de la Primera Fuente y Centro

10:1.1 (108.4) Podría parecer que el Padre, allá en la eternidad, inauguró una política de profunda autodistribución. Hay algo inherente a la naturaleza desinteresada, amorosa y digna de ser amada del Padre Universal que le hace reservarse para sí únicamente el ejercicio de los poderes y de la autoridad que aparentemente le resulta imposible delegar u otorgar.

10:1.2 (108.5) El Padre Universal se ha despojado desde el principio de cualquier parte de sí mismo que era otorgable a otro Creador o a otra criatura. Ha delegado en sus Hijos divinos y en sus inteligencias asociadas todo poder y toda autoridad que se podía delegar. De hecho, ha transferido a sus Hijos Soberanos en sus respectivos universos toda prerrogativa de autoridad administrativa que era transferible. En los asuntos de los universos locales ha hecho a cada Hijo Creador Soberano tan perfecto, competente e investido de autoridad como lo es el Hijo Eterno en el universo original central. Junto con la dignidad y la santidad de la posesión de la personalidad, ha entregado, otorgado de hecho, todo de sí mismo y todos sus atributos, todas las cosas de las que le era posible despojarse, de todas las formas, en todas las edades, en todos los lugares y a todas las personas. Y lo ha hecho en todos los universos excepto en el de su morada central.

10:1.3 (109.1) La personalidad divina no es egocéntrica; autodistribuirse y compartir la personalidad caracterizan la yoidad divina de libre albedrío. Las criaturas ansían vincularse con otras criaturas personales; los Creadores se sienten movidos a compartir la divinidad con sus hijos del universo; la personalidad del Infinito se desvela como Padre Universal que comparte la realidad del ser y la igualdad del yo con dos personalidades de igual rango, el Hijo Eterno y el Actor Conjunto.

10:1.4 (109.2) Para conocer la personalidad y los atributos divinos del Padre dependeremos siempre de las revelaciones del Hijo Eterno. Esto es así porque cuando se efectuó el acto conjunto de la creación, cuando la Tercera Persona de la Deidad surgió a la existencia como personalidad y ejecutó los conceptos combinados de sus padres divinos, el Padre dejó de existir como personalidad no cualificada. Con la llegada a la existencia del Actor Conjunto y la materialización del núcleo central de la creación, tuvieron lugar ciertos cambios eternos. Dios se dio como personalidad absoluta a su Hijo Eterno. El Padre otorga así la «personalidad de infinitud» a su Hijo unigénito, mientras que ambos otorgan la «personalidad conjunta» de su unión eterna al Espíritu Infinito.

10:1.5 (109.3) Por estas y otras razones que sobrepasan el concepto de la mente finita, es extremadamente difícil para la criatura humana comprender la infinita personalidad-padre de Dios, excepto tal como es revelada universalmente en el Hijo Eterno y tal como está activa universalmente con el Hijo en el Espíritu Infinito.

10:1.6 (109.4) Puesto que los Hijos de Dios del Paraíso visitan los mundos evolutivos y a veces incluso moran en ellos a semejanza de carne mortal, y puesto que estos otorgamientos hacen posible que el hombre mortal conozca de hecho algo de la naturaleza y el carácter de la personalidad divina, las criaturas de las esferas planetarias deben buscar en estos otorgamientos de los Hijos del Paraíso información fiable y fidedigna respecto al Padre, al Hijo y al Espíritu.

2. La personalización de la Deidad

10:2.1 (109.5) Mediante la técnica de la trinización el Padre se despoja de la personalidad no cualificada de espíritu que es el Hijo, pero al hacerlo se constituye en el Padre de este mismo Hijo y así se hace poseedor de una capacidad ilimitada de convertirse en el Padre divino de todos los tipos personalizados de criaturas inteligentes con voluntad que posteriormente han sido creados, han devenido u otros. Como la personalidad absoluta y no cualificada, el Padre solo puede actuar como y con el Hijo, pero como Padre personal, sigue otorgando la personalidad a las diversas multitudes de los distintos niveles de criaturas inteligentes con voluntad, y mantiene por siempre relaciones personales de vinculación amorosa con esa vasta familia de hijos del universo.

10:2.2 (109.6) Después de que el Padre ha otorgado a la personalidad de su Hijo la plenitud de sí mismo, y cuando este acto de autootorgamiento es completo y perfecto, los eternos asociados, haciendo uso del infinito poder y la naturaleza infinita que existen así en la unión Padre-Hijo, otorgan conjuntamente aquellas cualidades y atributos que constituyen otro ser más como ellos. Y esta personalidad conjunta, el Espíritu Infinito, completa la personalización existencial de la Deidad.

10:2.3 (110.1) El Hijo es indispensable para la paternidad de Dios. El Espíritu es indispensable para la fraternidad de la Segunda y Tercera Persona. Tres personas son un grupo social mínimo, pero esta es la menos importante de las muchas razones válidas para creer en la inevitabilidad del Actor Conjunto.

10:2.4 (110.2) La Primera Fuente y Centro es la personalidad-padre infinita, la fuente ilimitada de la personalidad. El Hijo Eterno es el absoluto-personalidad no cualificado, el ser divino que se presenta a través del tiempo y en la eternidad como la revelación perfecta de la naturaleza personal de Dios. El Espíritu Infinito es la personalidad conjunta, la consecuencia personal única de la unión sempiterna Padre-Hijo.

10:2.5 (110.3) La personalidad de la Primera Fuente y Centro es la personalidad de la infinitud menos la personalidad absoluta del Hijo Eterno. La personalidad de la Tercera Fuente y Centro es la consecuencia superaditiva de la unión de la personalidad-Padre liberada y la personalidad-Hijo absoluta.

10:2.6 (110.4) El Padre Universal, el Hijo Eterno y el Espíritu Infinito son personas únicas; ninguna es un duplicado; cada una es original; todas están unidas.

10:2.7 (110.5) Solo el Hijo Eterno experimenta la plenitud de la divina relación de personalidad. Es consciente tanto de su filiación con el Padre como de su paternidad hacia el Espíritu y de la igualdad divina con el ancestro-Padre y con el compañero-Espíritu. El Padre conoce la experiencia de tener un Hijo que es su igual, pero el Padre no conoce antecedentes ancestrales. El Hijo Eterno tiene la experiencia de filiación, el reconocimiento de la ascendencia de su personalidad, y al mismo tiempo el Hijo es consciente de ser un padre conjunto del Espíritu Infinito. El Espíritu Infinito es consciente de la doble ascendencia de su personalidad, pero no es padre de una personalidad de la Deidad de su mismo rango. Con el Espíritu queda completado el ciclo existencial de personalización de la Deidad. Las personalidades primarias de la Tercera Fuente y Centro son experienciales y son siete.

10:2.8 (110.6) Yo tengo mi origen en la Trinidad del Paraíso. Conozco a la Trinidad como Deidad unificada. Sé también que el Padre, el Hijo y el Espíritu existen y actúan según sus capacidades personales explícitas. Sé con certeza que no solo actúan personal y colectivamente, sino que coordinan también sus actuaciones en varias agrupaciones, de modo que al final actúan en siete capacidades singulares y plurales distintas. Y puesto que estas siete asociaciones agotan las posibilidades de tales combinaciones de la divinidad, es inevitable que las realidades del universo aparezcan en siete variaciones de valores, de significados y de personalidad.

3. Las tres personas de la Deidad

10:3.1 (110.7) A pesar de que hay solo una Deidad, hay tres personalizaciones ciertas y divinas de la Deidad. En cuanto al hecho de dotar al hombre de los Ajustadores divinos, el Padre dijo: «Hagamos al hombre mortal a nuestra propia imagen». Esta referencia a los actos y operaciones de la Deidad plural aparece repetidamente en todos los escritos urantianos y es una clara muestra de reconocimiento de la existencia y la actuación de las tres Fuentes y Centros.

10:3.2 (110.8) Se nos enseña que el Hijo y el Espíritu mantienen las mismas relaciones de igualdad con el Padre en la asociación de la Trinidad. Es indudable que así lo hacen en la eternidad y como Deidades, pero es igualmente cierto que en el tiempo y como personalidades desvelan relaciones de muy diversa naturaleza. Mirando desde el Paraíso a los universos, estas relaciones sí parecen muy similares, pero se muestran bastante diferentes cuando se ven desde los dominios del espacio.

10:3.3 (111.1) Los Hijos divinos son en verdad el «Verbo de Dios», pero los hijos del Espíritu son verdaderamente el «Acto de Dios». Dios habla a través del Hijo y, con el Hijo, actúa a través del Espíritu Infinito, mientras que en todas las actividades del universo el Hijo y el Espíritu actúan con fraternidad exquisita y trabajan como dos hermanos iguales con admiración y amor hacia un Padre común alabado y divinamente respetado.

10:3.4 (111.2) El Padre, el Hijo y el Espíritu son ciertamente iguales en naturaleza y tienen igual rango en el ser, pero hay diferencias inequívocas en sus actuaciones en el universo. Y cuando actúan solos cada persona de la Deidad parece estar limitada en absolutidad.

10:3.5 (111.3) El Padre Universal, antes de despojarse por voluntad propia de la personalidad, los poderes y los atributos que constituyen al Hijo y al Espíritu, parece haber sido (considerado filosóficamente) una Deidad no cualificada, absoluta e infinita. Pero esa teórica Primera Fuente y Centro sin un Hijo no podría ser considerada, en ningún sentido de la palabra, como el Padre Universal; la paternidad no es real sin filiación. Además el Padre, para haber sido absoluto en un sentido total, hubiera tenido que existir él solo en algún momento eternamente distante. Pero no tuvo nunca tal existencia solitaria; el Hijo y el Espíritu son ambos coeternos con el Padre. La Primera Fuente y Centro ha sido siempre y siempre será el Padre eterno del Hijo Original y, con el Hijo, el progenitor eterno del Espíritu Infinito.

10:3.6 (111.4) Observamos que el Padre se ha despojado de todas las manifestaciones directas de su absolutidad excepto de la paternidad absoluta y de la volición absoluta. No sabemos si la volición es un atributo inalienable del Padre; solo podemos observar que no se despojó de la volición. Tal infinitud de voluntad tiene que haber sido eternamente inherente a la Primera Fuente y Centro.

10:3.7 (111.5) Al otorgar al Hijo Eterno la absolutidad de la personalidad, el Padre Universal se libra de las cadenas del absolutismo de la personalidad, pero al hacerlo da un paso que le quita para siempre la posibilidad de actuar él solo como el absoluto-personalidad. Y con la personalización final de la Deidad coexistente —el Actor Conjunto— sobreviene la interdependencia trinitaria crucial de las tres personalidades divinas con respecto a la totalidad de la actuación de la Deidad en lo absoluto.

10:3.8 (111.6) Dios es el Absoluto-Padre de todas las personalidades del universo de universos. El Padre es personalmente absoluto en libertad de acción, pero en los universos del tiempo y el espacio ya hechos, que se están haciendo y aún por hacer, el Padre no es absoluto de forma perceptible como Deidad total excepto en la Trinidad del Paraíso.

10:3.9 (111.7) La Primera Fuente y Centro actúa fuera de Havona en los universos fenoménicos, como sigue:

10:3.10 (111.8) 1. Como creador, a través de los Hijos Creadores, sus nietos.

10:3.11 (111.9) 2. Como controlador, a través del centro de gravedad del Paraíso.

10:3.12 (111.10) 3. Como espíritu, a través del Hijo Eterno.

10:3.13 (111.11) 4. Como mente, a través del Creador Conjunto.

10:3.14 (111.12) 5. Como Padre, mantiene contacto parental con todas las criaturas a través de su circuito de personalidad.

10:3.15 (111.13) 6. Como persona, actúa directamente en toda la creación por medio de sus fragmentos exclusivos. En el hombre mortal, por medio de los Ajustadores del Pensamiento.

10:3.16 (111.14) 7. Como Deidad total, actúa solo en la Trinidad del Paraíso.

10:3.17 (112.1) Todas estas renuncias y delegaciones de jurisdicción del Padre Universal son enteramente voluntarias y autoimpuestas. El Padre todopoderoso asume intencionadamente estas limitaciones de autoridad en el universo.

10:3.18 (112.2) El Hijo Eterno parece actuar como uno con el Padre en todos los aspectos espirituales excepto en los otorgamientos de los fragmentos de Dios y en otras actividades prepersonales. El Hijo tampoco está estrechamente identificado con las actividades intelectuales de las criaturas materiales ni con las actividades de la energía de los universos materiales. Como absoluto, el Hijo actúa como persona y solo en el dominio del universo espiritual.

10:3.19 (112.3) El Espíritu Infinito es asombrosamente universal e increíblemente polifacético en todas sus operaciones. Actúa en las esferas de la mente, la materia y el espíritu. El Actor Conjunto representa la asociación Padre-Hijo, pero también actúa como él mismo. No le conciernen directamente la gravedad física, la gravedad espiritual ni el circuito de personalidad, pero participa en mayor o menor medida en todas las demás actividades del universo. Si bien depende aparentemente de tres controles existenciales y absolutos de la gravedad, el Espíritu Infinito parece ejercer tres supercontroles. Esta triple dotación se emplea de muchas maneras para superar y aparentemente neutralizar incluso las manifestaciones de las fuerzas y las energías primarias, hasta llegar a las fronteras superúltimas de la absolutidad. En ciertas situaciones estos supercontroles trascienden absolutamente incluso las manifestaciones primordiales de la realidad cósmica.

4. La unión trinitaria de la Deidad

10:4.1 (112.4) De todas las asociaciones absolutas, la Trinidad del Paraíso (la primera triunidad) es única como asociación exclusiva de la Deidad personal. Dios actúa como Dios solo con relación a Dios y a los que pueden conocer a Dios; pero como Deidad absoluta actúa solo en la Trinidad del Paraíso y con relación a la totalidad del universo.

10:4.2 (112.5) La Deidad eterna está perfectamente unificada; sin embargo, hay tres personas de la Deidad perfectamente individualizadas. La Trinidad del Paraíso hace posible la expresión simultánea de toda la diversidad de rasgos de carácter y poderes infinitos de la Primera Fuente y Centro y los eternos de su mismo rango junto con la expresión de toda la unidad divina de las actuaciones de la Deidad indivisa en el universo.

10:4.3 (112.6) La Trinidad es una asociación de personas infinitas que actúan en una capacidad no personal pero no en contravención de la personalidad. El ejemplo es burdo, pero un padre, un hijo y un nieto pueden formar una entidad corporativa que sería no personal y sin embargo sujeta a sus voluntades personales.

10:4.4 (112.7) La Trinidad del Paraíso es real. Existe como la unión de Deidad del Padre, el Hijo y el Espíritu. Sin embargo, el Padre, el Hijo o el Espíritu, o dos de ellos, pueden actuar en relación con esta misma Trinidad del Paraíso. El Padre, el Hijo y el Espíritu pueden colaborar de forma no trinitaria, pero no como tres Deidades. Como personas pueden decidir colaborar a su elección, pero eso no es la Trinidad.

10:4.5 (112.8) Recordad siempre que lo que hace el Espíritu Infinito es la función de Actor Conjunto. Tanto el Padre como el Hijo están actuando en él y a través de él y como él. Pero sería vano intentar dilucidar el misterio de la Trinidad: tres como uno y en uno, y uno como dos y actuando por dos.

10:4.6 (112.9) La Trinidad está tan relacionada con los asuntos del universo total que debe ser tomada en cuenta en nuestros intentos de explicar la totalidad de cualquier evento cósmico aislado o cualquier relación de personalidad aislada. La Trinidad actúa en todos los niveles del cosmos, y el hombre mortal está limitado al nivel finito. Por consiguiente, el hombre debe contentarse con un concepto finito de la Trinidad como Trinidad.

10:4.7 (113.1) Como mortales en la carne deberíais contemplar la Trinidad según vuestro esclarecimiento individual y en armonía con las reacciones de vuestra mente y vuestra alma. Podéis saber muy poco de la absolutidad de la Trinidad, pero a medida que ascendáis hacia el Paraíso os asombraréis muchas veces con revelaciones sucesivas y descubrimientos inesperados sobre la supremacía y la ultimidad de la Trinidad, cuando no sobre su absolutidad.

5. Las funciones de la Trinidad

10:5.1 (113.2) Las Deidades personales tienen atributos, pero no es muy consecuente decir que la Trinidad tiene atributos. Es más propio considerar que esta asociación de seres divinos tiene funciones, tales como la administración de justicia, las actitudes de totalidad, la acción de igual categoría y el sobrecontrol cósmico. Estas funciones son activamente supremas, últimas y (dentro de los límites de la Deidad) absolutas hasta donde concierne a todas las realidades vivas con valor de personalidad.

10:5.2 (113.3) Las funciones de la Trinidad del Paraíso no son la simple suma de la dotación aparente de divinidad del Padre más los atributos especializados que son únicos en la existencia personal del Hijo y el Espíritu. La asociación de las tres Deidades del Paraíso en la Trinidad da como resultado la evolución, el devenir y la deización de nuevos significados, valores, poderes y capacidades de revelación, acción y administración universal. Las asociaciones vivas, las familias humanas, los grupos sociales o la Trinidad del Paraíso no aumentan por mera suma aritmética. El potencial del grupo excede siempre en mucho a la simple suma de los atributos de sus componentes individuales.

10:5.3 (113.4) La Trinidad mantiene una actitud única, como Trinidad, hacia todo el universo del pasado, el presente y el futuro. Y la mejor forma de considerar las funciones de la Trinidad es con relación a las actitudes de la Trinidad ante el universo. Estas actitudes son simultáneas y pueden ser múltiples respecto a cualquier situación o acontecimiento aislado:

10:5.4 (113.5) 1. Actitud hacia lo finito. La autolimitación máxima de la Trinidad es su actitud hacia lo finito. La Trinidad no es una persona, ni el Ser Supremo es una personalización exclusiva de la Trinidad, pero el Supremo es el mayor acercamiento a una focalización poder-personalidad de la Trinidad que pueden comprender las criaturas finitas. De ahí que se denomine a veces Trinidad de la Supremacía a la Trinidad en relación con lo finito.

10:5.5 (113.6) 2. Actitud hacia lo absonito. La Trinidad del Paraíso tiene en consideración aquellos niveles de existencia que son más que finitos pero menos que absolutos, y esta relación se denomina a veces Trinidad de la Ultimidad. Ni el Último ni el Supremo son enteramente representativos de la Trinidad del Paraíso, pero en un sentido limitado y en sus respectivos niveles, cada uno de ellos parece representar a la Trinidad durante las eras prepersonales de desarrollo del poder experiencial.

10:5.6 (113.7) 3. La actitud absoluta de la Trinidad del Paraíso está en relación con las existencias absolutas y culmina en la acción de la Deidad total.

10:5.7 (113.8) El Infinito de Trinidad implica la acción de igual categoría de todas las relaciones de triunidad de la Primera Fuente y Centro —tanto no deificadas como deificadas— y de ahí que sea muy difícil que las personalidades lo capten. Al contemplar a la Trinidad como infinita no dejéis de tener en cuenta a las siete triunidades; de ese modo se pueden evitar ciertas dificultades de comprensión y se pueden resolver parcialmente ciertas paradojas.

10:5.8 (114.1) Pero no dispongo de un lenguaje que me permita transmitir a la limitada mente humana la verdad plena y el significado eterno de la Trinidad del Paraíso ni la naturaleza de la interasociación sin fin de los tres seres de perfección infinita.

6. Los Hijos Estacionarios de la Trinidad

10:6.1 (114.2) Toda ley tiene su origen en la Primera Fuente y Centro: ella es la ley. La administración de la ley espiritual es inherente a la Segunda Fuente y Centro. La revelación de la ley, la promulgación e interpretación de los estatutos divinos, es función de la Tercera Fuente y Centro. La aplicación de la ley, la justicia, entra dentro de las competencias de la Trinidad del Paraíso y es llevada a cabo por ciertos Hijos de la Trinidad.

10:6.2 (114.3) La justicia es inherente a la soberanía universal de la Trinidad del Paraíso, pero la bondad, la misericordia y la verdad son el ministerio universal de las personalidades divinas, cuya unión en la Deidad constituye la Trinidad. La justicia no es la actitud del Padre, del Hijo o del Espíritu. La justicia es la actitud en la Trinidad de estas personalidades de amor, misericordia y ministerio. Ninguna de las Deidades del Paraíso promueve la administración de justicia. La justicia no es nunca una actitud personal, es siempre una función plural.

10:6.3 (114.4) Las pruebas, la base de la equidad (la justicia en armonía con la misericordia), son suministradas por las personalidades de la Tercera Fuente y Centro, el representante conjunto del Padre y del Hijo en todos los mundos y para la mente de los seres inteligentes de toda la creación.

10:6.4 (114.5) El fallo, la aplicación final de la justicia de acuerdo con las pruebas presentadas por las personalidades del Espíritu Infinito, es obra de los Hijos Estacionarios de la Trinidad, seres que comparten la naturaleza trinitaria del Padre, del Hijo y del Espíritu unidos.

10:6.5 (114.6) Este grupo de Hijos de la Trinidad abarca a las siguientes personalidades:

10:6.6 (114.7) 1. Secretos Trinizados de la Supremacía.

10:6.7 (114.8) 2. Eternos de los Días.

10:6.8 (114.9) 3. Ancianos de los Días.

10:6.9 (114.10) 4. Perfecciones de los Días.

10:6.10 (114.11) 5. Recientes de los Días.

10:6.11 (114.12) 6. Uniones de los Días.

10:6.12 (114.13) 7. Fieles de los Días.

10:6.13 (114.14) 8. Perfeccionadores de la Sabiduría.

10:6.14 (114.15) 9. Consejeros Divinos.

10:6.15 (114.16) 10. Censores Universales.

10:6.16 (114.17) Da la casualidad de que pertenezco al décimo orden de este grupo, los Censores Universales; somos los hijos de las tres Deidades del Paraíso en su funcionamiento como Trinidad. Estos órdenes no representan la actitud de la Trinidad en un sentido universal; representan esta actitud colectiva de la Deidad solo en los dominios del fallo ejecutivo, de la justicia. Fueron concebidos específicamente por la Trinidad para el trabajo concreto al que están asignados, y representan a la Trinidad solo en aquellas funciones para las que fueron personalizados.

10:6.17 (115.1) Los Ancianos de los Días y sus compañeros con origen en la Trinidad imponen el juicio justo de la equidad suprema a los siete superuniversos. En el universo central tales funciones existen solo en teoría; allí la equidad es manifiesta en su perfección, y la perfección de Havona excluye toda posibilidad de discordia.

10:6.18 (115.2) La justicia es el pensamiento colectivo de la rectitud; la misericordia es su expresión personal. La misericordia es la actitud del amor. El funcionamiento de la ley se caracteriza por la precisión. El fallo divino es el alma de la imparcialidad, siempre conforme con la justicia de la Trinidad y siempre en consonancia con el amor divino de Dios. La recta justicia de la Trinidad y el amor misericordioso del Padre Universal coinciden cuando se perciben en su totalidad y se entienden plenamente. Pero el hombre no tiene esa comprensión plena de la justicia divina. Así, en la Trinidad tal como el hombre la vería, las personalidades del Padre, del Hijo y del Espíritu se ajustan para coordinar el ministerio de amor y ley en los universos experienciales del tiempo.

7. El sobrecontrol de la Supremacía

10:7.1 (115.3) La Primera, Segunda y Tercera persona de la Deidad son iguales entre sí, y son una. «El Señor nuestro Dios es un solo Dios». Hay perfección de propósito y unicidad de ejecución en la Trinidad divina de las Deidades eternas. El Padre, el Hijo y el Actor Conjunto son real y divinamente uno. Se ha escrito con verdad: «Yo soy el primero y yo soy el último, y aparte de mí no hay ningún Dios».

10:7.2 (115.4) Tal como aparecen las cosas a los ojos de los mortales del nivel finito, a la Trinidad del Paraíso, al igual que al Ser Supremo, le concierne solo lo total: planeta total, universo total, superuniverso total, gran universo total. Esta actitud de totalidad existe porque la Trinidad es el total de la Deidad y por muchas otras razones.

10:7.3 (115.5) El Ser Supremo es algo menos que la Trinidad en acción en los universos finitos y algo distinto de ella; pero dentro de ciertos límites y en la era presente de poder-personalización incompleta, esta Deidad evolutiva parece reflejar la actitud de la Trinidad de la Supremacía. El Padre, el Hijo y el Espíritu no actúan personalmente con el Ser Supremo, pero en la presente edad del universo colaboran con él como Trinidad. Entendemos que mantienen una relación similar con el Último. A menudo conjeturamos sobre cuál será la relación personal entre las Deidades del Paraíso y Dios Supremo cuando haya evolucionado finalmente, pero no lo sabemos realmente.

10:7.4 (115.6) No encontramos que el sobrecontrol de la Supremacía sea totalmente predecible. Además, esta impredecibilidad parece caracterizarse por cierta incompleción de desarrollo que es indudablemente una marca distintiva de la incompleción del Supremo y de la incompleción de la reacción finita a la Trinidad del Paraíso.

10:7.5 (115.7) La mente del mortal puede pensar inmediatamente en mil y una cosas —sucesos físicos catastróficos, accidentes atroces, desastres horrorosos, enfermedades dolorosas y azotes mundiales— y preguntarse si tales calamidades se correlacionan con las maniobras desconocidas de esta probable actuación del Ser Supremo. Francamente, no lo sabemos; no estamos seguros. Pero sí observamos que con el paso del tiempo todas esas situaciones difíciles y más o menos misteriosas conducen siempre al bienestar y el progreso de los universos. Pudiera ser que las circunstancias de la existencia y las inexplicables vicisitudes de la vida estén todas entretejidas formando un diseño de profundo valor y significado por obra de la actuación del Supremo y el sobrecontrol de la Trinidad.

10:7.6 (116.1) Como hijo de Dios puedes percibir la actitud personal de amor en todos los actos de Dios Padre, pero no siempre serás capaz de entender cuántos de los actos de la Trinidad del Paraíso en el universo redundan en el bien del mortal individual en los mundos evolutivos del espacio. Los actos de la Trinidad se revelarán como totalmente coherentes y considerados en el progreso de la eternidad, pero no siempre aparecen así a los ojos de las criaturas del tiempo.

8. La Trinidad más allá de lo finito

10:8.1 (116.2) Muchas verdades y hechos relativos a la Trinidad del Paraíso solo pueden ser comprendidos, aunque sea parcialmente, mediante el reconocimiento de una actuación que trasciende lo finito.

10:8.2 (116.3) No sería aconsejable hablar de las funciones de la Trinidad de la Ultimidad, pero se puede desvelar que Dios Último es la manifestación de la Trinidad que comprenden los Trascendentales. Nos inclinamos a creer que la unificación del universo maestro es el acto de devenir del Último y que refleja probablemente ciertos aspectos, aunque no todos, del sobrecontrol absonito de la Trinidad del Paraíso. El Último es una manifestación cualificada de la Trinidad con relación a lo absonito solo en el sentido en que el Supremo representa parcialmente de este modo a la Trinidad con relación a lo finito.

10:8.3 (116.4) El Padre Universal, el Hijo Eterno y el Espíritu Infinito son en cierto sentido las personalidades constituyentes de la Deidad total. Su unión en la Trinidad del Paraíso y la actuación absoluta de la Trinidad equivalen a la actuación de la Deidad total. Y dicha compleción de la Deidad trasciende tanto lo finito como lo absonito.

10:8.4 (116.5) Si bien ninguna persona sola de las Deidades del Paraíso llena de hecho todo el potencial de Deidad, las tres lo llenan colectivamente. Tres personas infinitas parece ser el número mínimo de seres que se requiere para activar el potencial prepersonal y existencial de la Deidad total, el Absoluto de Deidad.

10:8.5 (116.6) Conocemos al Padre Universal, al Hijo Eterno y al Espíritu Infinito como personas, pero no conozco personalmente al Absoluto de Deidad. Amo y adoro a Dios Padre; respeto y honro al Absoluto de Deidad.

10:8.6 (116.7) Estuve una vez en un universo donde cierto grupo de seres enseñaba que en la eternidad los finalitarios acabarían convirtiéndose en los hijos del Absoluto de Deidad, pero no estoy dispuesto a aceptar esta solución al misterio que envuelve el futuro de los finalitarios.

10:8.7 (116.8) El Cuerpo de la Finalización abarca, entre otros, a los mortales del tiempo y el espacio que han logrado la perfección en todo lo que concierne a la voluntad de Dios. Como criaturas y dentro de los límites de la capacidad de la criatura, conocen plena y verdaderamente a Dios. Habiendo encontrado así a Dios como Padre de todas las criaturas, estos finalitarios deben comenzar en algún momento la búsqueda del Padre suprafinito. Sin embargo, esta búsqueda conlleva captar la naturaleza absonita de los atributos y el carácter últimos del Padre del Paraíso. La eternidad desvelará si tal logro es posible, pero estamos convencidos de que, aunque capten esta ultimidad de la divinidad, no es probable que los finalitarios puedan alcanzar los niveles supraúltimos de Deidad absoluta.

10:8.8 (116.9) Quizá sea posible que los finalitarios alcancen parcialmente al Absoluto de Deidad, pero incluso si lo logran, el problema del Absoluto Universal seguirá intrigando, confundiendo, desconcertando y desafiando a los finalitarios ascendentes y progresivos en la eternidad de eternidades, pues percibimos que el carácter insondable de las relaciones cósmicas del Absoluto Universal tenderá a crecer en la proporción en que continúe la expansión de los universos materiales y su administración espiritual.

10:8.9 (117.1) Solo la infinitud puede desvelar al Padre-Infinito.

10:8.10 (117.2) [Patrocinado por un Censor Universal que actúa por la autoridad de los Ancianos de los Días residentes en Uversa.]

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