Documento 73 - El Jardín del Edén

   
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El libro de Urantia

Documento 73

El Jardín del Edén

73:0.1 (821.1) LA decadencia cultural y la pobreza espiritual derivadas de la caída de Caligastia y de la confusión social resultante afectaron poco a la situación física o biológica de los pueblos de Urantia. La evolución orgánica siguió a buen ritmo con total independencia del fulminante revés moral y cultural que había supuesto la desafección de Caligastia y Daligastia. Hace casi cuarenta mil años llegó el momento en el que los Portadores de Vida de servicio en Urantia advirtieron que, desde un punto de vista puramente biológico, sus razas estaban cerca de alcanzar la culminación de su desarrollo. Los síndicos Melquisedec coincidieron con esta opinión y aceptaron de buen grado unirse a los Portadores de Vida para solicitar a los Altísimos de Edentia que se llevara a cabo una inspección en Urantia con vistas a autorizar el envío de elevadores biológicos, un Hijo y una Hija Materiales.

73:0.2 (821.2) Se dirigió esta solicitud a los Altísimos de Edentia porque habían ejercido jurisdicción directa sobre muchos asuntos de Urantia desde la caída de Caligastia y el vacío temporal de autoridad en Jerusem.

73:0.3 (821.3) Tabamantia, supervisor soberano de la serie de mundos decimales o experimentales, fue a inspeccionar el planeta y, tras comprobar el progreso racial, recomendó otorgar Hijos Materiales a Urantia. Algo menos de cien años después de esta inspección, llegaron Adán y Eva, un Hijo y una Hija Materiales del sistema local, y acometieron la difícil tarea de intentar desenredar los embrollados asuntos de un planeta retrasado por la rebelión y proscrito por el aislamiento espiritual.

1. Los noditas y los amadonitas

73:1.1 (821.4) En un planeta normal la llegada del Hijo Material suele inaugurar los albores de una gran edad de invención, progreso material e ilustración intelectual. La era posadánica es la gran edad científica en la mayoría de los mundos, pero no así en Urantia. Aunque el planeta estaba poblado por razas físicamente aptas, las tribus languidecían en las profundidades del salvajismo y el estancamiento moral.

73:1.2 (821.5) Diez mil años después de la rebelión se habían borrado prácticamente todos los beneficios de la administración del Príncipe. Las razas del mundo estaban muy poco mejor de lo que estarían si este Hijo equivocado no hubiera llegado nunca a Urantia. Solo entre los noditas y los amadonitas perduraban aún las tradiciones de Dalamatia y la cultura del Príncipe Planetario.

73:1.3 (821.6) Los noditas eran los descendientes de los miembros rebeldes del equipo del Príncipe y debían su nombre a Nod, su primer jefe, en su día presidente de la comisión de industria y comercio de Dalamatia. Los amadonitas eran los descendientes de los andonitas que eligieron mantenerse leales con Van y Amadon. «Amadonita» es una denominación cultural y religiosa más que un término racial, ya que los amadonitas eran básicamente andonitas desde el punto de vista racial. En cambio «nodita» es un nombre tanto cultural como racial, pues los propios noditas constituyeron la octava raza de Urantia.

73:1.4 (822.1) Existía una enemistad tradicional entre los noditas y los amadonitas. Esta vieja hostilidad afloraba inevitablemente siempre que los descendientes de estos dos grupos intentaban hacer algo en común. Incluso más adelante tuvieron grandes dificultades para trabajar juntos en paz en los asuntos del Edén.

73:1.5 (822.2) Poco después de la destrucción de Dalamatia los seguidores de Nod se dividieron en tres grupos principales. El grupo central permaneció en las inmediaciones de su tierra de origen cerca de la cabecera del golfo Pérsico. El grupo oriental emigró hacia las tierras altas de Elam, justo al este del valle del Éufrates. El grupo occidental se estableció en las costas sirias del nordeste del Mediterráneo y en el territorio adyacente.

73:1.6 (822.3) Estos noditas se habían reproducido abundantemente con las razas sangik y habían dejado una progenie bien capacitada. Algunos descendientes de los dalamatianos rebeldes se unieron posteriormente a Van y sus seguidores leales en las tierras del norte de Mesopotamia. Allí, en las inmediaciones del lago Van y al sur del mar Caspio, los noditas se cruzaron y fusionaron con los amadonitas y figuraron entre los «hombres poderosos de la antigüedad».

73:1.7 (822.4) Antes de la llegada de Adán y Eva estos grupos —los noditas y los amadonitas— eran las razas más cultas y avanzadas del planeta.

2. La planificación del Jardín

73:2.1 (822.5) Durante casi cien años antes de la inspección de Tabamantia, Van y sus compañeros habían estado predicando, desde su sede de ética y cultura mundial situada en las tierras altas, el advenimiento de un Hijo de Dios prometido, un elevador racial, un maestro de la verdad y un digno sucesor del traidor Caligastia. La mayoría de los habitantes del mundo de entonces mostraron poco o ningún interés por esas predicciones, pero los que estaban en contacto directo con Van y Amadon tomaron en serio sus enseñanzas y empezaron a planear el recibimiento del Hijo prometido.

73:2.2 (822.6) Van contó a sus compañeros más cercanos la historia de los Hijos Materiales de Jerusem y todas las cosas que había conocido sobre ellos en los tiempos anteriores a su llegada a Urantia. Sabía muy bien que estos Hijos Adánicos vivían siempre en hogares jardín sencillos pero encantadores y les propuso, ochenta y tres años antes de la llegada de Adán y Eva, que se dedicaran a proclamar su advenimiento y a preparar un hogar jardín para recibirlos.

73:2.3 (822.7) En su sede de las tierras altas y en sesenta y un asentamientos muy dispersos, Van y Amadon reclutaron un cuerpo de más de tres mil trabajadores entusiastas y decididos que se comprometieron en solemne asamblea a preparar la llegada del Hijo prometido (o por lo menos esperado).

73:2.4 (822.8) Van dividió a sus voluntarios en cien compañías con un capitán al frente de cada una y un adjunto que servía en su equipo personal como oficial de enlace. Conservó a Amadon como su propio adjunto. Todas estas comisiones empezaron en serio su trabajo preliminar, y el comité de ubicación del Jardín salió en busca del lugar ideal.

73:2.5 (822.9) Aunque Caligastia y a Daligastia habían sido despojados de casi todo su poder para hacer el mal, hicieron todo lo posible por impedir y obstaculizar la labor de preparar el Jardín. Sus perversas maquinaciones fueron contrarrestadas en gran medida por las fieles actividades de las casi diez mil criaturas intermedias leales que trabajaron sin descanso para llevar adelante la empresa.

3. El emplazamiento del Jardín

73:3.1 (823.1) Después de buscar durante casi tres años, el comité de ubicación informó favorablemente sobre tres posibles emplazamientos: el primero era una isla del golfo Pérsico; el segundo, el emplazamiento fluvial que fue ocupado posteriormente por el segundo jardín; el tercero, una península larga y estrecha —casi una isla— que sobresalía hacia el oeste desde la costa este del mar Mediterráneo.

73:3.2 (823.2) El comité recomendaba la tercera opción casi por unanimidad. Se eligió este emplazamiento y se dedicaron dos años a trasladar la sede cultural del mundo, incluyendo el árbol de la vida, a esta península mediterránea. Todos los habitantes de la península, excepto un solo grupo, la desocuparon pacíficamente cuando llegaron Van y sus compañeros.

73:3.3 (823.3) Esta península mediterránea tenía un clima salubre y una temperatura constante. La estabilidad del tiempo se debía a las montañas que la rodeaban y al hecho de ser prácticamente una isla de un mar interior. Aunque las tierras altas circundantes eran muy lluviosas, era raro que lloviera en el propio Edén. Sin embargo cada noche «subía un vapor» procedente de la extensa red de acequias de riego que refrescaba la vegetación del Jardín.

73:3.4 (823.4) El litoral de esta masa de tierra estaba muy elevado, y el istmo que la comunicaba con el continente tenía solo cuarenta y tres kilómetros de ancho en su punto más estrecho. El gran río que regaba el Jardín bajaba de las tierras altas de la península y corría hacia el este a través del istmo peninsular hasta el continente, donde atravesaba las tierras bajas de Mesopotamia, hasta el mar. Estaba alimentado por cuatro afluentes nacidos en las colinas costeras de la península edénica. Esas eran las «cuatro cabezas» del río que «salía del Edén», que se confundirían más tarde con los brazos de los ríos que rodeaban el segundo jardín.

73:3.5 (823.5) Las montañas que rodeaban el Jardín abundaban en metales y piedras preciosas, aunque estos despertaron poco o ningún interés. La idea rectora iba a consistir en glorificar la horticultura y exaltar la agricultura.

73:3.6 (823.6) El lugar elegido para el Jardín era probablemente el paraje más hermoso de su género que había en el mundo entero, y el clima era entonces ideal. Ningún otro lugar podría haberse prestado tan perfectamente a convertirse en semejante paraíso de expresión botánica. En este lugar de encuentro se fue reuniendo la flor y nata de la civilización de Urantia. Más allá de sus confines el mundo estaba sumido en la oscuridad, la ignorancia y el salvajismo. El Edén era el único punto brillante de Urantia. Era por naturaleza un sueño de belleza y pronto se convirtió en un poema perfecto y exquisito de esplendor paisajístico.

4. El establecimiento del Jardín

73:4.1 (823.7) Cuando los Hijos Materiales, los elevadores biológicos, empiezan su estancia en un mundo evolutivo, su lugar de residencia se suele llamar muchas veces el Jardín del Edén porque se caracteriza por la belleza floral y la grandiosidad botánica de Edentia, la capital de la constelación. Van, que conocía bien estas costumbres, decidió dedicar toda la península al Jardín. Las actividades pastoras y ganaderas se proyectaron para el continente contiguo y los únicos animales que habría en el parque serían las aves y las distintas especies domesticadas. Van ordenó que el Edén fuera un jardín y solo un jardín. Nunca se sacrificó ningún animal dentro de su recinto. Toda la carne que comieron los trabajadores del Jardín durante los años que duró su construcción se trajo de los rebaños que mantenían en el continente.

73:4.2 (824.1) La primera tarea fue construir una muralla de ladrillo que cerrara el istmo de la península. Una vez terminada, pudieron emprender sin estorbos el trabajo real de embellecer el paisaje y construir las viviendas.

73:4.3 (824.2) Se creó un jardín zoológico mediante una muralla más pequeña construida justo fuera de la muralla principal. El espacio entre ambas, ocupado por toda clase de animales salvajes, servía de defensa adicional contra ataques hostiles. Esta colección de animales salvajes se organizó en doce grandes divisiones, y había caminos amurallados que conducían desde estos grupos hasta las doce puertas del Jardín. El río y sus prados adyacentes ocupaban la zona central.

73:4.4 (824.3) En la preparación del Jardín solo tomaron parte trabajadores voluntarios; nunca se emplearon asalariados. Cultivaban el Jardín y cuidaban de sus rebaños para sustentarse; recibían también aportaciones de alimentos de los creyentes cercanos. Y esta gran empresa se llevó a cabo a pesar de las dificultades propias de la confusión que reinaba en el mundo en aquellos tiempos turbulentos.

73:4.5 (824.4) Sin embargo, hubo un momento de gran desilusión cuando Van, al no saber cuánto podrían tardar en llegar el Hijo y la Hija esperados, propuso capacitar también a la generación más joven en los trabajos de preparación por si la llegada se retrasaba. Esto creó muchos problemas, pues se interpretó como un reconocimiento de falta de fe por parte de Van y provocó muchas deserciones. Pero Van siguió adelante con su plan de preparación y ocupó las plazas de los desertores con voluntarios más jóvenes.

5. El hogar jardín

73:5.1 (824.5) En el centro de la península edénica estaba el precioso templo de piedra del Padre Universal, el santuario sagrado del Jardín. En el norte se estableció la sede administrativa; en el sur se construyeron las viviendas para los trabajadores y sus familias; en el oeste se reservó el terreno necesario para las escuelas proyectadas en el programa educativo del Hijo esperado, mientras que en el «este del Edén» se construyeron las viviendas destinadas al Hijo prometido y su descendencia directa. Los planes arquitectónicos del Edén preveían viviendas y tierra abundante para un millón de seres humanos.

73:5.2 (824.6) En el momento de la llegada de Adán, aunque solo se había terminado la cuarta parte del Jardín, había ya miles de kilómetros de acequias de riego y más de diecinueve mil kilómetros de senderos y caminos pavimentados. Tenía poco más de cinco mil edificios de ladrillo en los diversos sectores y un número casi incontable de árboles y plantas. Todos los conjuntos de edificaciones del parque estaban limitados a un máximo de siete casas, y aunque las estructuras del Jardín eran sencillas, eran muy artísticas. Los caminos y senderos estaban bien construidos y el ajardinamiento era exquisito.

73:5.3 (824.7) Las disposiciones de saneamiento del Jardín eran mucho más avanzadas que todo lo que se había intentado hasta entonces en Urantia. El agua de beber del Edén se mantenía potable mediante la observancia estricta de regulaciones de saneamiento dirigidas a conservar su pureza. En aquellos primeros tiempos el incumplimiento de estas normas causaba muchos problemas, pero Van fue inculcando gradualmente a sus compañeros la importancia de no permitir que cayera nada en la reserva de agua del Jardín.

73:5.4 (825.1) Antes de que se instalara el sistema de eliminación de aguas residuales, los edenitas enterraban escrupulosamente todos los residuos y los materiales en descomposición. Los inspectores de Amadon hacían su ronda diaria en busca de posibles causas de enfermedades. Los urantianos no volvieron a ser conscientes de la importancia de la prevención de las enfermedades humanas hasta mucho más tarde, en los siglos diecinueve y veinte. Antes de la caída del régimen adánico, se había construido un sistema cubierto de colectores de ladrillo que pasaba por debajo de los muros y vertía sus aguas en el río del Edén casi un kilómetro y medio más allá del muro exterior o menor del Jardín.

73:5.5 (825.2) Hacia el momento de la llegada de Adán, la mayoría de las plantas propias de esa región del mundo crecían en el Edén, y ya se habían mejorado considerablemente muchas frutas, frutos secos y cereales. Se cultivaron allí por primera vez muchos de los vegetales y cereales modernos, pero muchas variedades de plantas comestibles se perderían más tarde para el mundo.

73:5.6 (825.3) Alrededor del cinco por ciento del Jardín estaba dedicado al cultivo artificial intensivo, el quince por ciento estaba parcialmente cultivado y el resto se dejó en un estado más o menos natural en espera de la llegada de Adán, pues se consideró preferible terminar el parque según sus ideas.

73:5.7 (825.4) Así se preparó el Jardín del Edén para recibir al Adán prometido y a su consorte. Este Jardín habría hecho honor a un mundo que estuviera bajo una administración perfecta con un control normal. Adán y Eva quedaron muy complacidos con el plan general del Edén, aunque hicieron muchos cambios en el mobiliario de su vivienda personal.

73:5.8 (825.5) Aunque el trabajo de embellecimiento distaba mucho de estar terminado en el momento de la llegada de Adán, el lugar era ya una joya de belleza botánica, y durante los primeros días de su estancia en el Edén todo el Jardín tomó nueva forma y adquirió nuevas proporciones de belleza y esplendor. Urantia no ha albergado nunca, ni antes ni después de este tiempo, una muestra tan hermosa y completa de horticultura y agricultura.

6. El árbol de la vida

73:6.1 (825.6) En el centro del templo del Jardín Van plantó el custodiado árbol de la vida, cuyas hojas eran para la «curación de las naciones» y cuyos frutos lo habían sustentado durante tanto tiempo en la tierra. Van sabía bien que, cuando aparecieran bajo forma material en Urantia, Adán y Eva dependerían también de este regalo de Edentia para su sustento vital.

73:6.2 (825.7) Los Hijos Materiales que están en las capitales de los sistemas no necesitan el árbol de la vida para sustentarse. Solo dependen de este complemento para ser físicamente inmortales cuando son repersonalizados en los planetas.

73:6.3 (825.8) El «árbol del conocimiento del bien y del mal» puede ser una figura retórica, una designación simbólica que abarca una multitud de experiencias humanas, pero el «árbol de la vida» no fue un mito; era real y existió en Urantia durante mucho tiempo. Cuando los Altísimos de Edentia aprobaron el nombramiento de Caligastia como Príncipe Planetario de Urantia junto con el de los cien ciudadanos de Jerusem como equipo administrativo, enviaron al planeta un arbusto de Edentia por medio de los Melquisedec, y esta planta creció hasta convertirse en el árbol de la vida de Urantia. Esta forma de vida no inteligente es originaria de las esferas sede de las constelaciones y se encuentra también en los mundos sede de los universos locales y de los superuniversos así como en las esferas de Havona, pero no en las capitales de los sistemas.

73:6.4 (826.1) Esta superplanta almacenaba ciertas energías-espacio que actuaban como antídoto contra los elementos de la existencia animal que producen el envejecimiento. El fruto del árbol de la vida era como una batería de almacenamiento superquímico que al ser comida liberaba misteriosamente la fuerza del universo que prolonga la vida. Esta forma de sustento era completamente inútil para los seres evolutivos normales de Urantia, pero de gran utilidad para los cien miembros materializados del equipo de Caligastia y los cien andonitas modificados que contribuyeron con su plasma de vida al equipo del Príncipe. Estos últimos recibieron a cambio un complemento de vida que les permitía utilizar el fruto del árbol de la vida para prolongar indefinidamente una existencia que, sin eso, hubiera sido mortal.

73:6.5 (826.2) Durante el gobierno del Príncipe el árbol estaba plantado en la tierra del patio central y circular del templo del Padre. Al estallar la rebelión Van y sus compañeros lo hicieron crecer de nuevo, a partir de su núcleo, en su campamento provisional. Más tarde lo trasladaron a su refugio de las tierras altas, donde el arbusto de Edentia sirvió a Van y Amadon durante más de ciento cincuenta mil años.

73:6.6 (826.3) Cuando Van y sus compañeros prepararon el Jardín para Adán y Eva, trasplantaron el árbol de Edentia al Jardín del Edén donde volvió a crecer en un patio circular central de otro templo del Padre. Adán y Eva comían periódicamente sus frutos para mantener su forma dual de vida física.

73:6.7 (826.4) Cuando los planes del Hijo Material se desviaron del buen camino, no se permitió a Adán y a su familia llevarse del Jardín el núcleo del árbol. Cuando los noditas invadieron el Edén, se les dijo que serían «como dioses si comían el fruto del árbol», y encontraron a su gran sorpresa que no estaba custodiado. Comieron su fruto en grandes cantidades durante años, pero no les hizo ningún efecto. Todos eran mortales materiales del mundo y carecían del atributo que actuaba como complemento del fruto del árbol. Enfurecidos por su incapacidad de beneficiarse del árbol de la vida, incendiaron tanto el templo como el árbol con ocasión de una de sus guerras internas. Solo quedó en pie la muralla de piedra hasta que el Jardín fue sumergido posteriormente por las aguas. Este fue el segundo templo del Padre que pereció.

73:6.8 (826.5) Y ahora, toda carne de Urantia debe seguir el curso natural de la vida y la muerte. Adán, Eva, sus hijos y los hijos de sus hijos, junto con sus compañeros, perecieron todos con el paso del tiempo y quedaron así sujetos al plan de ascensión del universo local en el que la resurrección en los mundos mansión sigue a la muerte material.

7. El destino del Edén

73:7.1 (826.6) Después de que Adán desalojara el primer jardín, este fue ocupado por una diversidad de noditas, cutitas y suntitas. Más tarde se convirtió en el lugar de residencia de los noditas del norte que se negaban a cooperar con los adanitas. La península estuvo invadida por estos noditas inferiores durante casi cuatro mil años después de la marcha de Adán hasta que, coincidiendo con violentas erupciones de los volcanes circundantes y con la sumersión del puente terrestre entre Sicilia y África, el suelo oriental del mar Mediterráneo se hundió y arrastró consigo bajo las aguas a toda la península edénica. Al tiempo que se producía esta vasta sumersión la costa del Mediterráneo oriental se elevó considerablemente. Así terminó la creación natural más bella que ha existido jamás en Urantia. El hundimiento no fue repentino, la península tardó varios cientos de años en sumergirse por completo.

73:7.2 (827.1) No podemos considerar de ningún modo esta desaparición del Jardín como una consecuencia del malogro de los planes divinos ni de los errores de Adán y Eva. Consideramos que la sumersión del Edén no fue más que un acontecimiento natural, pero nos parece que el hundimiento del Jardín estuvo calculado para coincidir con el momento en que la acumulación de reservas de la raza violeta fuera suficiente para emprender la tarea de rehabilitar a los pueblos del mundo.

73:7.3 (827.2) Los Melquisedec aconsejaron a Adán que no iniciara el programa de elevación y mezcla de las razas hasta que su propia familia llegara al medio millón de miembros. El Jardín no se proyectó nunca como morada permanente de los adanitas. Tenían que convertirse en emisarios de una nueva vida para todo el mundo; tenían que ir a otorgarse desinteresadamente a las necesitadas razas del planeta.

73:7.4 (827.3) Según las instrucciones que le dieron los Melquisedec, Adán tenía que establecer sedes raciales, continentales y divisionales bajo la dirección de sus hijos e hijas directos. Él y Eva debían repartir su tiempo entre las distintas capitales mundiales como asesores y coordinadores del ministerio mundial de elevación biológica, avance intelectual y rehabilitación moral.

73:7.5 (827.4) [Presentado por Solonia, la «voz seráfica del Jardín».]

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