Documento 132 - La estancia en Roma

   
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El libro de Urantia

Documento 132

La estancia en Roma

132:0.1 (1455.1) PUESTO QUE Gonod traía saludos de los príncipes de la India para Tiberio, el regidor romano, los dos indios y Jesús comparecieron ante él al tercer día de su llegada a Roma. El taciturno emperador estaba excepcionalmente alegre aquel día y charló largo rato con los tres. Cuando se marcharon, el emperador comentó con el auxiliar que estaba a su derecha refiriéndose a Jesús: «Si yo tuviera el porte regio y los modales perfectos de ese hombre, sería un espléndido emperador, ¿no?».

132:0.2 (1455.2) Durante su estancia en Roma, Ganid tenía un horario fijo para estudiar y para visitar los lugares de interés de la ciudad. Su padre tenía muchos negocios que tratar. Deseaba educar a su hijo como digno sucesor suyo en la gestión de sus vastos intereses comerciales y pensó que había llegado el momento de introducir al muchacho en el mundo de los negocios. Había en Roma muchos ciudadanos de la India y uno de los propios empleados de Gonod solía acompañarle como intérprete, de modo que Jesús tuvo días enteros para llegar a conocer a fondo esta ciudad de dos millones de habitantes. Iba mucho al foro, el centro de la vida política, jurídica y comercial. Subía con frecuencia al Capitolio, y mientras contemplaba ese magnífico templo dedicado a Júpiter, Juno y Minerva, reflexionaba sobre la ignorancia que mantenía esclavizados a esos romanos. Pasaba también mucho tiempo en la colina Palatina, sede de la residencia del emperador, del templo de Apolo y de las bibliotecas griega y latina.

132:0.3 (1455.3) El Imperio romano de entonces comprendía todo el sur de Europa, Asia Menor, Siria, Egipto y el noroeste de África, y entre sus habitantes había ciudadanos de todos los países del hemisferio oriental. La razón principal por la que Jesús accedió a hacer este viaje fue su deseo de estudiar a este conjunto cosmopolita de mortales urantianos y de mezclarse con ellos.

132:0.4 (1455.4) Jesús aprendió en Roma muchas cosas sobre los hombres, pero la más valiosa de las múltiples experiencias de sus seis meses de estancia en esa ciudad fue su contacto con los líderes religiosos de la capital del Imperio y su influencia sobre ellos. En menos de una semana había localizado y conocido a los líderes más notables de los cínicos, los estoicos y los cultos de misterio, en particular a los del grupo mitraico. Supiera o no Jesús que los judíos rechazarían su misión, previó con toda seguridad que sus mensajeros no tardarían en ir a Roma a proclamar el reino de los cielos. Por ello se puso a preparar el camino con admirable clarividencia para que su mensaje fuera recibido mejor y con más certeza. Seleccionó a cinco de los estoicos más destacados, once de los cínicos y a dieciséis líderes de los cultos de misterio y pasó gran parte de su tiempo libre en estrecha relación con esos maestros religiosos durante casi seis meses. Su método de instrucción consistió en no combatir ninguno de sus errores ni mostrar los fallos de sus enseñanzas. Seleccionaba en cada caso la verdad de lo que enseñaban y luego embellecía e iluminaba esa verdad en sus mentes de tal manera que en muy poco tiempo esta verdad acrecentada rechazaba por sí misma el error asociado a ella. Así fue como esos hombres y mujeres enseñados por Jesús quedaron preparados para reconocer más adelante otras verdades similares en las enseñanzas de los primeros misioneros cristianos. Y su aceptación inmediata de las enseñanzas de los predicadores del evangelio fue lo que impulsó tan poderosamente la propagación del cristianismo en Roma y desde allí en todo el Imperio.

132:0.5 (1456.1) La relevancia de esta notable iniciativa se hace patente si consideramos que de los treinta y dos líderes religiosos de Roma instruidos por Jesús, solo dos no dieron fruto. Los otros treinta desempeñaron un papel capital en el establecimiento del cristianismo en Roma, y algunos de ellos ayudaron también a convertir el principal templo mitraico en la primera iglesia cristiana de esa ciudad. Nosotros que vemos las actividades humanas desde detrás del escenario y a la luz de los diecinueve siglos transcurridos, solo reconocemos la influencia decisiva de tres factores en la preparación inicial del terreno para la rápida propagación del cristianismo por toda Europa. Son los siguientes:

132:0.6 (1456.2) 1. La elección y mantenimiento de Simón Pedro como apóstol.

132:0.7 (1456.3) 2. La charla en Jerusalén con Esteban, cuya muerte condujo a la conversión de Saulo de Tarso.

132:0.8 (1456.4) 3. La preparación preliminar de los treinta romanos para el liderazgo posterior de la nueva religión en Roma y en todo el Imperio.

132:0.9 (1456.5) Ni Esteban ni los treinta elegidos se dieron nunca cuenta de que habían hablado en su día con el hombre cuyo nombre se convirtió en el sujeto de sus enseñanzas religiosas. La obra de Jesús con los treinta y dos líderes originales fue enteramente personal. El escriba de Damasco no trabajó nunca con más de tres a la vez, pocas veces con más de dos, y casi siempre les enseñaba individualmente. Pudo hacer este gran trabajo de formación religiosa porque esos hombres y mujeres no estaban atados a las tradiciones, no eran víctimas de ideas fijas preconcebidas sobre todos los desarrollos religiosos del futuro.

132:0.10 (1456.6) En los años inmediatamente posteriores Pedro, Pablo y los otros maestros cristianos de Roma oyeron hablar muchas veces sobre este escriba de Damasco que los había precedido y que tan obvia y (según ellos) inconscientemente había preparado el camino para su llegada con el nuevo evangelio. Aunque Pablo no llegó nunca a adivinar realmente la identidad de ese escriba de Damasco, poco antes de su muerte y por la similitud de las descripciones de la persona, llegó a la conclusión de que el «fabricante de tiendas de Antioquía» era también el «escriba de Damasco». Una vez que predicaba en Roma, Simón Pedro oyó una descripción del escriba de Damasco y sospechó que esa persona podría haber sido Jesús, pero desechó rápidamente la idea sabiendo muy bien (eso creía él) que el Maestro no había estado nunca en Roma.

1. Los valores verdaderos

132:1.1 (1456.7) Al principio de su estancia en Roma Jesús pasó toda una noche conversando con Angamon, el líder de los estoicos. Este hombre se hizo posteriormente muy amigo de Pablo y resultó ser uno de los más firmes seguidores de la Iglesia cristiana de Roma. He aquí en esencia y transcrito a un lenguaje moderno lo que Jesús enseñó a Angamon:

132:1.2 (1457.1) La norma de los valores verdaderos ha de buscarse en el mundo espiritual y en los niveles divinos de la realidad eterna. Para un mortal ascendente todas las normas más bajas y materiales han de ser consideradas como transitorias, parciales e inferiores. El científico como tal está limitado a descubrir las conexiones de los hechos materiales. En teoría no tiene derecho a declararse materialista o idealista. Al hacerlo renunciaría a una actitud verdaderamente científica, puesto que todas y cada una de esas tomas de posición son la esencia misma de la filosofía.

132:1.3 (1457.2) El avance ilimitado de una cultura puramente materialista se puede acabar convirtiendo en una amenaza para la civilización si la visión interior moral y el logro espiritual de la humanidad no aumentan en la misma proporción. Una ciencia puramente materialista lleva dentro de sí la semilla potencial de la destrucción de todo esfuerzo científico, pues esta misma actitud es el presagio del colapso final de una civilización que ha abandonado su sentido de los valores morales y ha repudiado su meta de logro espiritual.

132:1.4 (1457.3) El científico materialista y el idealista extremo están destinados a un constante enfrentamiento, pero eso no ocurre cuando científicos e idealistas poseen una norma común de altos valores morales y niveles de prueba espirituales. En toda época, los científicos y las personas religiosas deben reconocer que están siendo probados ante el tribunal de la necesidad humana. Deben abstenerse de pugnar entre sí y esforzarse valerosamente por justificar la continuidad de su supervivencia mediante una mayor entrega al servicio del progreso humano. Si la llamada ciencia o la llamada religión de cualquier edad es falsa, deberá purificar sus actividades o bien desaparecer para dar paso a una ciencia material o una religión espiritual más digna y verdadera.

2. El bien y el mal

132:2.1 (1457.4) Mardus era el jefe reconocido de los cínicos de Roma, y se hizo muy amigo del escriba de Damasco. Día tras día conversaba con Jesús, y noche tras noche escuchaba su divina enseñanza. Una de las conversaciones más importantes con Mardus surgió como respuesta a la pregunta de este cínico sincero sobre el bien y el mal. En esencia y en palabras del siglo veinte, Jesús le dijo:

132:2.2 (1457.5) Hermano, el bien y el mal son meras palabras que simbolizan niveles relativos de comprensión humana del universo observable. Si eres éticamente perezoso y socialmente indiferente, puedes tomar como norma del bien los usos sociales corrientes. Si eres espiritualmente indolente y moralmente estático, puedes tomar como norma del bien las prácticas y tradiciones religiosas de tus contemporáneos. Pero el alma que sobrevive al tiempo y emerge en la eternidad debe hacer una elección viva y personal entre el bien y el mal tal como están determinados por los valores verdaderos de las normas espirituales establecidas por el espíritu divino que el Padre del cielo ha enviado a morar en el corazón del hombre. Este espíritu que mora en el interior es la norma de la supervivencia de la personalidad.

132:2.3 (1457.6) La bondad, igual que la verdad, es siempre relativa y contrasta infaliblemente con el mal. La percepción de estas cualidades de bondad y de verdad es lo que permite al alma en evolución de los hombres hacer las elecciones personales que son esenciales para la supervivencia eterna.

132:2.4 (1458.1) La persona espiritualmente ciega que sigue lógicamente los dictados científicos, los usos sociales y los dogmas religiosos se encuentra en grave peligro de sacrificar su independencia moral y perder su libertad espiritual. Un alma así está destinada a convertirse en un papagayo intelectual, un autómata social y un esclavo de la autoridad religiosa.

132:2.5 (1458.2) La bondad está creciendo siempre hacia nuevos niveles de mayor libertad de autorrealización moral y logro de la personalidad espiritual; es el descubrimiento del Ajustador que mora en el interior y la identificación con él. Una experiencia es buena cuando acentúa la apreciación de la belleza, aumenta la voluntad moral, realza la percepción de la verdad, amplía la capacidad de amar y servir a nuestros semejantes, exalta los ideales espirituales y unifica las motivaciones humanas supremas del tiempo con los planes eternos del Ajustador interior. Todo esto conduce directamente a un mayor deseo de hacer la voluntad del Padre y estimula la pasión divina de encontrar a Dios y ser más como él.

132:2.6 (1458.3) A medida que ascendáis por la escala de desarrollo de las criaturas en el universo, encontraréis una bondad creciente y un mal decreciente en perfecta conformidad con vuestra capacidad de experimentar la bondad y percibir la verdad. La aptitud de albergar el error o experimentar el mal no se perderá del todo hasta que el alma humana en ascenso alcance los niveles espirituales finales.

132:2.7 (1458.4) La bondad es viva, relativa, está siempre en progreso; es invariablemente una experiencia personal y está correlacionada a perpetuidad con la percepción de la verdad y de la belleza. La bondad se encuentra en el reconocimiento de los valores positivos de la verdad del nivel espiritual, que deben contrastar en la experiencia humana con su equivalente negativo, las sombras del mal potencial.

132:2.8 (1458.5) Hasta que alcancéis los niveles del Paraíso, la bondad será siempre más una búsqueda que una posesión, más una meta que una experiencia de logro. Pero hambrientos y sedientos de rectitud, experimentaréis una satisfacción creciente en el logro parcial de la bondad. La presencia del bien y del mal en el mundo es de por sí prueba concluyente de la existencia y la realidad de la voluntad moral del hombre, la personalidad que identifica así estos valores y es capaz de elegir entre ellos.

132:2.9 (1458.6) Cuando el mortal ascendente alcanza el Paraíso, su capacidad de identificar el yo con los valores verdaderos del espíritu se ha ampliado hasta el punto de lograr la posesión perfecta de la luz de vida. Dicha personalidad de espíritu perfeccionada se unifica tan completa, divina y espiritualmente con las cualidades positivas y supremas de la bondad, la belleza y la verdad, que no queda ninguna posibilidad de que ese espíritu recto pueda arrojar ni una sombra negativa de mal potencial al ser expuesto al escrutinio fulgurante de la luz divina de los Regidores infinitos del Paraíso. En todas estas personalidades de espíritu la bondad ha dejado de ser parcial, contrastante y relativa; se ha vuelto divinamente completa y espiritualmente repleta; se acerca a la pureza y la perfección del Supremo.

132:2.10 (1458.7) La posibilidad del mal es necesaria para la elección moral, pero su actualidad no lo es. Una sombra solo es real relativamente. El mal actual no es necesario como experiencia personal. En los niveles más bajos de desarrollo espiritual, el mal potencial es igual de eficaz como estímulo de la decisión en el ámbito del progreso moral. El mal solo se hace realidad en la experiencia personal cuando una mente moral lo elige deliberadamente.

3. La verdad y la fe

132:3.1 (1459.1) Nabón era un judío griego, el dirigente más destacado del culto mitraico, el principal culto de misterio de Roma. Este sumo sacerdote del mitraísmo mantuvo muchas conversaciones con el escriba de Damasco, pero la que más decisivamente le influyó fue la que tuvieron una tarde sobre la verdad y la fe. Nabón tenía intención de convertir a Jesús e incluso le había propuesto volver a Palestina como maestro mitraico. Nunca sospechó que Jesús lo estaba preparando para ser uno de los primeros conversos al evangelio del reino. Esta fue la esencia de la enseñanza de Jesús en palabras modernas:

132:3.2 (1459.2) La verdad no se puede definir con palabras sino solo viviéndola. La verdad es siempre más que conocimiento. El conocimiento concierne a las cosas observadas, pero la verdad trasciende esos niveles puramente materiales porque se relaciona con la sabiduría y abarca imponderables como la experiencia humana e incluso las realidades espirituales vivas. El conocimiento se origina en la ciencia; la sabiduría, en la filosofía verdadera; la verdad, en la experiencia religiosa de la vida espiritual. El conocimiento corresponde a los hechos; la sabiduría, a las relaciones; la verdad, a los valores de la realidad.

132:3.3 (1459.3) El hombre tiende a cristalizar la ciencia, reducir la filosofía a fórmulas y dogmatizar la verdad porque tiene pereza mental para adaptarse a las luchas progresivas de la vida y al mismo tiempo un miedo terrible a lo desconocido. Al hombre normal le cuesta mucho introducir cambios en sus hábitos de pensamiento y en sus modos de vivir.

132:3.4 (1459.4) La verdad revelada, la verdad descubierta personalmente, es el deleite supremo del alma humana. Es la creación conjunta de la mente material y el espíritu que mora en su interior. La salvación eterna del alma que percibe la verdad y ama la belleza está asegurada por el hambre y sed de bondad que llevan a ese mortal a proponerse como único objetivo hacer la voluntad del Padre, encontrar a Dios y hacerse como él. No existe nunca conflicto entre la verdad y el conocimiento verdadero. Puede haber conflicto entre el conocimiento y las creencias humanas, creencias teñidas de prejuicios, distorsionadas por el miedo y dominadas por el temor a enfrentarse con nuevos hechos tanto en el descubrimiento material como en el progreso espiritual.

132:3.5 (1459.5) Pero el hombre no puede llegar nunca a poseer la verdad sin el ejercicio de la fe. Esto es así porque los pensamientos, la sabiduría, la ética y los ideales del hombre no se elevarán nunca por encima de su fe, de su esperanza sublime. Y toda fe verdadera está basada en una reflexión profunda, una autocrítica sincera y una consciencia moral intransigente. La fe es la inspiración de la imaginación creativa imbuida de espíritu.

132:3.6 (1459.6) La fe actúa para desencadenar las actividades sobrehumanas de la chispa divina, el germen inmortal que vive dentro de la mente del hombre y que es el potencial de la supervivencia eterna. Las plantas y los animales sobreviven en el tiempo mediante la técnica de pasar de una generación a otra partículas idénticas de sí mismos. El alma humana del hombre (la personalidad) sobrevive a la muerte física por asociación de identidad con esa chispa de divinidad que mora en su interior, que es inmortal y tiene como función perpetuar la personalidad humana en un nivel más alto de continuación de existencia progresiva en el universo. La semilla oculta del alma humana es un espíritu inmortal. La segunda generación del alma es la primera de una sucesión de manifestaciones de la personalidad en forma de existencias espirituales y progresivas que solo terminan cuando esta entidad divina alcanza la fuente de su existencia, la fuente personal de toda existencia, Dios, el Padre Universal.

132:3.7 (1459.7) La vida humana continúa —sobrevive— porque tiene una función en el universo, la tarea de encontrar a Dios. El alma del hombre activada por la fe no puede detenerse hasta alcanzar esa meta del destino, y una vez que ha logrado su meta divina ya no puede tener fin porque se ha hecho como Dios: eterna.

132:3.8 (1460.1) La evolución espiritual es la experiencia de elegir la bondad de forma creciente y voluntaria, acompañada de una progresiva disminución equivalente de la posibilidad del mal. Cuando se llega a elegir la bondad con carácter final y se logra la plena capacidad para apreciar la verdad, se origina una perfección de belleza y santidad cuya rectitud inhibe eternamente la posibilidad de que aparezca ni siquiera el concepto del mal potencial. Esa alma conocedora de Dios no presenta ni una sombra de duda respecto al mal cuando actúa a tan alto nivel de espíritu de bondad divina.

132:3.9 (1460.2) La presencia del espíritu paradisiaco en la mente del hombre constituye la promesa de revelación y la prenda de fe de una existencia eterna de progresión divina para todas las almas que buscan identificarse con ese fragmento de espíritu inmortal del Padre Universal que mora en su interior.

132:3.10 (1460.3) El progreso en el universo está caracterizado por una independencia creciente de la personalidad porque va unido al logro progresivo de niveles cada vez más altos de comprensión propia con el consiguiente autocontrol voluntario. Lograr la perfección del autocontrol espiritual equivale a consumar la independencia en el universo y la libertad personal. La fe alimenta y mantiene el alma del hombre en medio de la confusión de su orientación inicial en un universo tan inmenso. Por su parte la oración se convierte en el gran unificador de las varias inspiraciones de la imaginación creativa y de los impulsos de la fe de un alma que intenta identificarse con los ideales de espíritu de la divina presencia asociada que mora en su interior.

132:3.11 (1460.4) Nabón quedó profundamente impresionado por estas palabras como le ocurría en todas sus conversaciones con Jesús. Estas verdades siguieron ardiendo dentro de su corazón, y los predicadores del evangelio de Jesús que llegaron más tarde encontraron un gran apoyo en él.

4. El ministerio personal

132:4.1 (1460.5) Jesús no pasó todo su tiempo libre en Roma preparando a hombres y mujeres para hacer de ellos futuros discípulos del reino venidero. Dedicó también mucho tiempo a conocer íntimamente a todas las razas y clases de hombres que vivían en la ciudad más grande y cosmopolita del mundo. En cada uno de esos numerosos contactos humanos, Jesús tenía un doble propósito: por un lado conocer las reacciones de su interlocutor ante la vida que estaba viviendo en la carne, y por otro decir o hacer algo que hiciera esa vida más rica y más digna de ser vivida. Sus enseñanzas religiosas durante esas semanas fueron semejantes a las que caracterizaron su vida posterior como maestro de los doce y predicador de multitudes.

132:4.2 (1460.6) La idea central de su mensaje era siempre el hecho del amor del Padre celestial y la verdad de su misericordia, unidos a la buena nueva de que el hombre es hijo por la fe de ese mismo Dios de amor. El método habitual de Jesús en sus contactos sociales era romper el hielo haciendo preguntas para conseguir que la gente hablara con él. Al principio de la conversación él solía hacer las preguntas, y al final eran ellos los que le preguntaban. Era experto en enseñar tanto preguntando como respondiendo. Por regla general enseñaba más a quienes menos decía. Quienes más se beneficiaron de su ministerio personal eran personas agobiadas, preocupadas y abatidas que encontraron mucho alivio en la oportunidad de desahogarse con un oyente amable y comprensivo. Él era todo eso y mucho más. Y cuando esos seres humanos desorientados le habían contado sus problemas, Jesús sabía ofrecerles siempre sugerencias prácticas y útiles para salir al paso de sus dificultades reales, unidas a palabras de alivio presente y consuelo inmediato. A estos mortales afligidos les hablaba invariablemente del amor de Dios y les transmitía, mediante métodos variados y diversos, la información de que eran hijos del Padre amoroso del cielo.

132:4.3 (1461.1) De este modo Jesús tuvo un contacto personal afectuoso y edificante con más de quinientos mortales del planeta durante su estancia en Roma. Obtuvo así un conocimiento de las diferentes razas de la humanidad que nunca habría podido adquirir en Jerusalén y quizás tampoco en Alejandría. Consideró siempre esos seis meses como uno de los periodos más ricos e instructivos de su vida en la tierra.

132:4.4 (1461.2) Como era de esperar, un hombre tan dinámico y polifacético no podía actuar así durante seis meses en la metrópolis del mundo sin ser abordado por numerosas personas que deseaban obtener sus servicios para algún negocio o, más a menudo, para algún proyecto de enseñanza, de reforma social o de movimiento religioso. Recibió más de una docena de proposiciones de este tipo, y utilizó cada una de ellas como oportunidad para transmitir algún pensamiento de ennoblecimiento espiritual mediante palabras bien elegidas o mediante algún favor servicial. A Jesús le gustaba mucho hacer cosas —incluso de poca importancia— para toda clase de gente.

132:4.5 (1461.3) Habló con un senador romano sobre política y el arte de gobernar, y este único contacto con Jesús causó tal impresión en este legislador que pasó el resto de su vida intentando en vano inducir a sus colegas a cambiar el curso de la política reinante, a sustituir la idea de un gobierno que apoyara y alimentara al pueblo por la de un pueblo que apoyara al gobierno. Jesús pasó una tarde con un rico propietario de esclavos hablando del hombre como hijo de Dios, y al día siguiente ese hombre llamado Claudio concedió la libertad a ciento diecisiete esclavos. Charló durante una cena con un médico griego y le dijo que sus pacientes tenían mente y alma además de cuerpo; a partir de ahí ese competente doctor se esforzó por atender con más amplitud a sus semejantes. Habló con todo tipo de gente de toda condición social. El único lugar de Roma que no visitó fueron los baños públicos. Se negó a acompañar a sus amigos a los baños por la promiscuidad sexual allí prevalente.

132:4.6 (1461.4) A un soldado romano, mientras caminaban a lo largo del Tíber, le dijo: «Que tu corazón sea tan valiente como tu brazo. Atrévete a hacer justicia y sé lo suficientemente grande como para mostrar misericordia. Obliga a tu naturaleza más baja a obedecer a tu naturaleza más alta como tú obedeces a tus superiores. Venera la bondad y exalta la verdad. Elige la belleza en lugar de la fealdad. Ama a tus semejantes y busca a Dios con todo tu corazón, pues Dios es tu Padre del cielo».

132:4.7 (1461.5) Al orador del foro le dijo: «Tu elocuencia es agradable, tu lógica es admirable, tu voz es grata, pero tu enseñanza no es conforme a la verdad. Si pudieras tan solo disfrutar de la satisfacción inspiradora de conocer a Dios como tu Padre espiritual podrías emplear tus poderes de orador para liberar a tus semejantes de la servidumbre de las tinieblas y de la esclavitud de la ignorancia». Este fue el mismo Marcos que escuchó predicar a Pedro en Roma y se convirtió en su sucesor. Cuando crucificaron a Simón Pedro fue él quien desafió a los perseguidores romanos y siguió predicando audazmente el nuevo evangelio.

132:4.8 (1462.1) Un día se encontró con un pobre hombre que había sido acusado en falso. Jesús lo acompañó ante el juez y, después de obtener autorización para comparecer en su nombre, pronunció un magnífico discurso en el que dijo: «La justicia hace grande a una nación, y cuanto más grande sea una nación más debe velar por que no se cometa injusticia ni con el más humilde de sus ciudadanos. ¡Ay de la nación en la que solo aquellos que poseen dinero e influencia pueden conseguir una justicia pronta ante sus tribunales! Es deber sagrado de un juez absolver al inocente además de castigar al culpable. La supervivencia de una nación depende de la imparcialidad, la equidad y la integridad de sus tribunales. El gobierno civil se fundamenta en la justicia igual que la religión verdadera se fundamenta en la misericordia». El juez reabrió el caso, y tras examinar cuidadosamente las pruebas, puso en libertad al prisionero. De todas las actividades de Jesús durante ese tiempo de ministerio personal, fue esta la que estuvo más cerca de ser una aparición pública.

5. Consejos para el hombre rico

132:5.1 (1462.2) Cierto hombre rico, ciudadano romano y estoico, conoció a Jesús por Angamon y llegó a interesarse mucho por sus enseñanzas. Después de muchas conversaciones privadas, este acaudalado ciudadano preguntó a Jesús qué haría él con la riqueza si la tuviera, y Jesús le respondió: «Aplicaría la riqueza material a la mejora de la vida material, igual que utilizaría el conocimiento, la sabiduría y el servicio espiritual para enriquecer la vida intelectual, ennoblecer la vida social y hacer progresar la vida espiritual. Administraría la riqueza material como depositario prudente y efectivo de los recursos de una generación, para beneficio y ennoblecimiento de la generación siguiente y de las venideras».

132:5.2 (1462.3) Pero el hombre rico no quedó totalmente satisfecho con la respuesta de Jesús y tuvo la audacia de volver a preguntar: «¿Pero qué crees que un hombre de mi posición debería hacer con su riqueza? ¿Debería conservarla o repartirla?». Cuando Jesús se dio cuenta de que deseaba realmente conocer mejor la verdad sobre su lealtad a Dios y su deber hacia los hombres, amplió su respuesta: «Amigo mío, veo que buscas sinceramente la sabiduría y amas honradamente la verdad, por eso voy a exponerte mi punto de vista sobre la solución de tus problemas relacionados con las responsabilidades de la riqueza. Lo hago porque me has pedido consejo, y al dártelo, no voy a referirme a la riqueza de ningún otro hombre rico. Mi consejo es solo para ti y para tu orientación personal. Si deseas honradamente considerar tu riqueza como un depósito que te ha sido confiado, si deseas realmente convertirte en administrador prudente y eficaz de tu riqueza acumulada, te aconsejaría que hicieras un análisis de las fuentes de tu riqueza. Pregúntate de dónde procede esa riqueza y haz todo lo posible por encontrar una respuesta franca. Para ayudarte a analizar los orígenes de tu gran fortuna, te sugiero que recuerdes los diez métodos siguientes de acumular bienes materiales:

132:5.3 (1462.4) «1. Riqueza heredada: bienes recibidos de los padres y otros antepasados.

132:5.4 (1462.5) «2. Riqueza descubierta: bienes provenientes de los recursos no explotados de la madre tierra.

132:5.5 (1462.6) «3. Riqueza comercial: bienes obtenidos como beneficio justo en el trueque e intercambio de mercancías materiales.

132:5.6 (1462.7) «4. Riqueza injusta: bienes provenientes de la explotación injusta o de la esclavitud de nuestros semejantes.

132:5.7 (1463.1) «5. Riqueza de intereses: ingresos provenientes de las posibilidades de ganancia justa y equitativa por capitales invertidos.

132:5.8 (1463.2) «6. Riqueza fruto del talento: remuneración a las dotes creativas e inventivas de la mente humana.

132:5.9 (1463.3) «7. Riqueza accidental: bienes provenientes de la generosidad de nuestros semejantes o de las circunstancias de la vida.

132:5.10 (1463.4) «8. Riqueza robada: bienes obtenidos mediante injusticia, falsedad, robo o fraude.

132:5.11 (1463.5) «9. Fondos en depósito: riqueza puesta en tus manos por tus semejantes para algún uso específico presente o futuro.

132:5.12 (1463.6) «10. Riqueza ganada: bienes provenientes directamente de tu propio trabajo personal como remuneración justa y equitativa del esfuerzo cotidiano tanto físico como mental.

132:5.13 (1463.7) «Y así, amigo, si quieres ser administrador fiel y justo de tu gran fortuna ante Dios y al servicio de los hombres, debes dividir aproximadamente tu riqueza en estas diez categorías generales para administrar cada una de ellas según la interpretación prudente y honrada de las leyes de la justicia, la equidad, la honradez y la verdadera eficacia. Y puedes estar seguro de que el Dios del cielo no te condenaría si, en caso de duda, te equivocaras de forma misericordiosa y altruista a favor de las víctimas que soportan las circunstancias desfavorables de la vida mortal. Cuando tengas dudas sinceras sobre la justicia y equidad de una situación material, que tu decisión favorezca a los necesitados, a aquellos que sufren la desgracia de unas privaciones inmerecidas».

132:5.14 (1463.8) Después de hablar de estas cuestiones durante varias horas, el hombre rico le pidió que le instruyera con más detalle. Jesús siguió ampliando sus consejos y le dijo en esencia: «Al hacerte estas nuevas sugerencias respecto a tu actitud hacia la riqueza, te recomiendo que recibas mis consejos como algo destinado exclusivamente para ti y para tu orientación personal. Te hablo como a un amigo que me pide información y lo hago solo en mi nombre. Te ruego que no te dediques a dictar a otros hombres ricos cómo deben considerar su riqueza. Estas son mis recomendaciones:

132:5.15 (1463.9) «1. Como administrador de riquezas heredadas, deberías considerar sus orígenes. Tienes la obligación moral de representar a la generación anterior en la transmisión honrada de una riqueza legítima a las generaciones venideras después de deducir una cantidad justa para beneficio de la generación presente. Pero no estás obligado a perpetuar ningún fraude o injusticia implicados en la acumulación ilegítima de riquezas por parte de tus antepasados. Si resulta que una parte de tu riqueza heredada proviene del fraude o de la deslealtad, puedes distribuirla como te dicten tus convicciones sobre la justicia, la generosidad y la restitución. En cuanto al resto de la fortuna legítima que has heredado, puedes utilizarlo con equidad y transmitirlo con seguridad como depositario de una generación para la siguiente. Y a la hora de legar estos bienes a tus sucesores deberás tomar tus decisiones con prudencia, discernimiento y sensatez.

132:5.16 (1463.10) «2. Todo descubridor de riquezas debería recordar que una persona solo vive en la tierra una corta temporada y tomar las medidas oportunas para compartir esos descubrimientos de manera útil con el mayor número posible de sus semejantes. No se debe negar al descubridor toda recompensa por su trabajo, pero él tampoco debería atreverse a reclamar egoístamente todas las ventajas y beneficios que puedan derivarse del descubrimiento de los recursos atesorados por la naturaleza.

132:5.17 (1464.1) «3. Quienes elijan gestionar sus negocios en el mundo mediante el trueque y el comercio tienen derecho a unos beneficios legítimos y equitativos. Todo comerciante merece un sueldo por sus servicios; al mercader le corresponde su jornal. La equidad en el comercio y el trato honrado a nuestros semejantes en los negocios organizados del mundo crean muchos tipos de beneficio, y todas esas distintas fuentes de riqueza deben valorarse según los principios más elevados de la justicia, la honradez y la equidad. El comerciante honrado no debe dudar en adjudicarse el mismo beneficio que estaría dispuesto a dar a un colega suyo en una transacción similar. Aunque el tipo de ganancia por trabajo individual no es idéntico al de los negocios a gran escala, quien acumula riqueza honradamente tiene mucho que decir a la hora de distribuirla con equidad.

132:5.18 (1464.2) «4. Ningún mortal que conozca a Dios e intente cumplir la voluntad divina podrá rebajarse nunca a oprimir a los demás con su riqueza. Ningún hombre noble puede dedicarse a acumular bienes y amasar poder y riqueza mediante la esclavización o la explotación injusta de sus hermanos en la carne. Las riquezas son una maldición moral y un estigma espiritual cuando provienen del sudor de mortales oprimidos. Toda riqueza de este tipo debería ser restituida a quienes se ha robado de esa manera o a sus hijos y a los hijos de sus hijos. No se puede construir una civilización duradera sobre la práctica de estafar al trabajador en su jornal.

132:5.19 (1464.3) «5. La riqueza honrada tiene derecho a generar intereses. Mientras los hombres presten y pidan prestado, se puede recabar un interés justo siempre que el capital prestado sea una riqueza legítima. Antes de exigir intereses limpia primero tu capital. No te vuelvas tan avaricioso y despreciable como para rebajarte a practicar la usura. No te permitas utilizar egoístamente el poder del dinero como ventaja injusta sobre tus semejantes que pasan necesidad. No caigas nunca en la tentación de ser usurero con el hermano que está en apuros financieros.

132:5.20 (1464.4) «6. Si llegas a hacerte rico gracias a tu talento, si tus bienes proceden del fruto de tus dotes inventivas, no te adjudiques una porción excesiva de dichas remuneraciones. El genio debe algo tanto a sus antepasados como a sus descendientes y está también en deuda con la raza, la nación y las circunstancias de las creaciones de su inventiva. Nunca debe olvidar que trabajó en sus inventos y los sacó adelante como hombre entre los hombres. Pero sería igual de injusto privar al genio de todo el incremento de riqueza que ha producido. Por otra parte, los hombres no podrán nunca establecer reglamentaciones aplicables por igual a todos estos problemas de distribución equitativa de la riqueza. Primero debes reconocer al hombre como hermano tuyo, y si deseas honradamente hacer por él lo que quisieras que él hiciera por ti, los dictados comunes de la justicia, la honradez y la equidad te ayudarán a resolver de manera justa e imparcial todos los inevitables problemas de remuneración y justicia social que se te presenten.

132:5.21 (1464.5) «7. Ningún hombre debería reclamar para sí la riqueza que el tiempo y la suerte hayan podido poner en sus manos; solo le corresponden los honorarios justos y legítimos por su administración. Los bienes fortuitos deberían ser considerados como una especie de depósito para ser empleado en beneficio de nuestro grupo económico o social. Los poseedores de tales bienes deberían tener la voz principal a la hora de distribuir de manera sabia y efectiva esos recursos no ganados. El hombre civilizado no siempre considerará todo lo que controla como propiedad personal y privada.

132:5.22 (1465.1) «8. Si cualquier parte de tu fortuna proviene del fraude intencionado, si algo de tu riqueza se ha acumulado mediante prácticas indignas o métodos desleales, si tus bienes son el producto de tratos injustos con tus semejantes, apresúrate a restituir todas esas ganancias ilícitas a sus legítimos dueños. Haz una reparación plena y deja así limpia tu fortuna de toda riqueza indigna.

132:5.23 (1465.2) «9. Administrar los bienes de otra persona es una responsabilidad solemne y sagrada. No arriesgues ni pongas en peligro ese depósito. Adjudícate en calidad de administrador solo lo que darían por bueno todos los hombres honrados.

132:5.24 (1465.3) «10. La parte de tu fortuna que hayas ganado con tu propio esfuerzo físico y mental —si has hecho tu trabajo con justicia y equidad— es verdaderamente tuya. Nadie puede negarte el derecho a disponer de esa riqueza con toda libertad siempre y cuando el ejercicio de este derecho no perjudique a tus semejantes.»

132:5.25 (1465.4) Cuando Jesús hubo terminado de aconsejarle, el rico romano se levantó de su diván y, al darle las buenas noches, le hizo esta promesa: «Amigo mío, me he convencido de que eres un hombre de gran bondad y sabiduría. Mañana mismo empezaré a administrar mi fortuna según tus consejos».

6. El ministerio social

132:6.1 (1465.5) Fue también en Roma donde ocurrió el conmovedor incidente en el que el Creador de un universo pasó varias horas devolviendo a un niño perdido a su angustiada madre. El chico se había alejado de su casa sin darse cuenta, y Jesús lo encontró llorando desconsoladamente. Jesús y Ganid, que iban camino de las bibliotecas, se dedicaron a llevar al niño a su casa. Ganid no olvidó nunca el comentario de Jesús: «Sabes, Ganid, la mayoría de los seres humanos son como este niño perdido. Pasan mucho tiempo llorando de miedo y sufriendo de pena cuando en realidad están muy cerca del amparo y la seguridad, igual que este niño estaba solo a un paso de su casa. Todos aquellos que conocen el camino de la verdad y disfrutan de la certeza de conocer a Dios deberían considerar como un privilegio y no como un deber orientar a sus semejantes en sus esfuerzos por encontrar las satisfacciones de la vida. ¿Acaso no hemos disfrutado nosotros ayudando al niño a encontrar a su madre? Del mismo modo, los que conducen a los hombres hacia Dios experimentan la satisfacción suprema del servicio humano». Desde aquel día y durante el resto de su vida natural, Ganid estuvo siempre a la búsqueda de niños perdidos para devolverlos a sus hogares.

132:6.2 (1465.6) Había una viuda con cinco hijos cuyo marido había muerto accidentalmente. Jesús contó a Ganid cómo había perdido a su propio padre en un accidente, y fueron muchas veces a consolar a la madre y a los hijos. Ganid consiguió dinero de su padre para proporcionarles ropa y alimento, y no cejaron en sus esfuerzos hasta que encontraron trabajo para el hijo mayor de modo que pudiera ayudar a mantener la familia.

132:6.3 (1465.7) Aquella noche, hablando de esta historia, Gonod dijo cordialmente a Jesús: «Intento hacer de mi hijo un erudito o un hombre de negocios, y ahora te pones tú a convertirlo en un filósofo o un filántropo». Jesús replicó sonriendo: «Quizás hagamos de él las cuatro cosas, así podrá disfrutar cuatro veces más de la vida porque en la melodía humana su oído será capaz de apreciar cuatro tonos en vez de uno». Entonces dijo Gonod: «Veo que eres un auténtico filósofo. Tienes que escribir un libro para las generaciones futuras». Y Jesús respondió: «Un libro no; mi misión es vivir una vida en esta generación y para todas las generaciones, yo...», pero se interrumpió y dijo a Ganid: «Hijo, es hora de acostarse».

7. Las excursiones alrededor de Roma

132:7.1 (1466.1) Jesús, Gonod y Ganid hicieron cinco excursiones desde Roma a puntos de interés de los alrededores. En su visita a los lagos del norte de Italia, Jesús tuvo una larga charla con Ganid sobre la imposibilidad de hablar de Dios a un hombre que no desea conocer a Dios. De camino hacia los lagos se habían encontrado casualmente con un pagano irreflexivo, y a Ganid le sorprendió que Jesús no siguiera su práctica habitual de entablar conversación con el hombre, lo que les hubiera llevado naturalmente a hablar de cuestiones espirituales. Cuando Ganid preguntó a su maestro por qué había mostrado tan poco interés por ese pagano, Jesús respondió:

132:7.2 (1466.2) «Ganid, ese hombre no tenía hambre de la verdad. No estaba insatisfecho consigo mismo. No estaba preparado para pedir ayuda, y los ojos de su mente no estaban abiertos para recibir la luz destinada al alma. Este hombre no estaba maduro para la cosecha de la salvación. Hay que darle más tiempo para que las pruebas y las dificultades de la vida lo preparen para recibir la sabiduría y el conocimiento más alto. O, si pudiéramos llevarlo a vivir con nosotros, podríamos mostrarle con nuestras vidas al Padre del cielo, y de esa forma se sentiría tan atraído por nuestra vida como hijos de Dios que se vería impulsado a indagar sobre nuestro Padre. No se puede revelar a Dios a quien no lo busca; no se puede conducir a las almas a las alegrías de la salvación contra su voluntad. Es preciso que el hombre llegue a tener hambre de la verdad como consecuencia de las experiencias de la vida o desee conocer a Dios como consecuencia del contacto con las vidas de aquellos que están familiarizados con el Padre divino; solo entonces otro ser humano podrá actuar como medio para conducir a ese compañero mortal hacia el Padre del cielo. Si conocemos a Dios, nuestra verdadera tarea en la tierra es vivir de tal modo que permitamos al Padre revelarse en nuestra vida, y así todas las personas que buscan a Dios verán al Padre y nos pedirán ayuda para averiguar más cosas sobre el Dios que se expresa de ese modo en nuestra vida.»

132:7.3 (1466.3) En la visita a Suiza Jesús estuvo un día entero hablando con el padre y el hijo sobre el budismo. Ganid había hecho muchas veces preguntas directas a Jesús sobre Buda, pero había recibido siempre respuestas más o menos evasivas. Ese día en las montañas y en presencia de su hijo, el padre hizo a Jesús una pregunta directa sobre Buda y recibió una respuesta directa. Gonod dijo: «Me gustaría de verdad saber lo que piensas sobre Buda». Y Jesús contestó:

132:7.4 (1466.4) «Vuestro Buda fue mucho mejor que vuestro budismo. Buda fue un gran hombre e incluso un profeta para su pueblo, pero fue un profeta huérfano. Con eso quiero decir que perdió de vista muy pronto a su Padre espiritual, el Padre del cielo. Su experiencia fue trágica. Trató de vivir y de enseñar como mensajero de Dios, pero sin Dios. Buda guio su nave de salvación hasta el puerto seguro, hasta la entrada misma del refugio de salvación de los mortales, y ahí, por culpa de unas cartas de navegación equivocadas, la buena nave encalló. Ahí lleva inmóvil, varada casi sin remedio durante muchas generaciones. Y ahí se ha quedado también mucha de vuestra gente todos estos años. Viven a tiro de piedra de las aguas seguras del descanso, pero se niegan a entrar porque la noble embarcación del buen Buda tuvo la desgracia de varar justo a la entrada del puerto. Los pueblos budistas no entrarán nunca en ese puerto a menos que abandonen la embarcación filosófica de su profeta y se agarren a su noble espíritu. Si vuestro pueblo hubiera permanecido fiel al espíritu de Buda, hace mucho tiempo que habríais entrado en vuestro refugio de tranquilidad de espíritu, descanso del alma y seguridad de salvación.

132:7.5 (1467.1) «Ya ves, Gonod, Buda conocía a Dios en espíritu, pero no logró descubrirlo con claridad en su mente; los judíos descubrieron a Dios con la mente, pero en su mayoría no lograron conocerlo en espíritu. Hoy los budistas se debaten en una filosofía sin Dios mientras que mi pueblo está lastimosamente encadenado por el miedo a un Dios, sin una filosofía salvadora de vida y de libertad. Vosotros tenéis una filosofía sin Dios; los judíos tienen un Dios pero carecen en buena parte de una filosofía de vida relacionada con él. Buda no logró imaginar a Dios como espíritu y como Padre, por eso no pudo transmitir en su enseñanza la energía moral y el impulso espiritual que necesita una religión para cambiar a una raza y exaltar a una nación.»

132:7.6 (1467.2) Entonces Ganid exclamó: «Maestro, hagamos tú y yo una nueva religión que sea lo suficientemente buena para la India y suficientemente grande para Roma, y quizás podamos ofrecérsela a los judíos a cambio de Yahvé». Pero Jesús replicó: «Ganid, las religiones no se hacen. Las religiones de los hombres se desarrollan durante largos periodos de tiempo, mientras que las revelaciones de Dios destellan sobre la tierra en la vida de los hombres que revelan a Dios a sus semejantes». Pero ellos no comprendieron el significado de estas palabras proféticas.

132:7.7 (1467.3) Cuando se acostaron aquella noche Ganid no pudo conciliar el sueño. Estuvo hablando durante mucho tiempo con su padre y le dijo finalmente: «Sabes, padre, a veces pienso que Josué es un profeta». A lo que su padre solo respondió medio dormido: «Hijo mío, hay otros...».

132:7.8 (1467.4) A partir de ese día, y durante el resto de su vida natural, Ganid siguió desarrollando una religión propia. La amplitud de miras, la equidad y la tolerancia de Jesús le habían impresionado y motivado profundamente. En todas sus conversaciones sobre filosofía y religión, este joven no mostró nunca ningún resentimiento ni tuvo ninguna reacción de antagonismo.

132:7.9 (1467.5) ¡Qué escena para las inteligencias celestiales! ¡Qué espectáculo el del muchacho indio proponiendo al Creador de un universo que hicieran juntos una nueva religión! Y aunque el joven no lo sabía, en aquel momento y lugar estaban haciendo una religión nueva y eterna: un nuevo camino de salvación, la revelación de Dios al hombre a través de Jesús y en Jesús. Lo que más deseaba hacer el muchacho lo estaba haciendo inconscientemente. Y siempre ha sido y será así. Lo que una imaginación humana iluminada y reflexiva, que ha sido guiada y enseñada espiritualmente, desea ser y hacer con entusiasmo y altruismo se vuelve creativo en la medida de la dedicación del mortal al divino cumplimiento de la voluntad del Padre. Cuando el hombre se asocia con Dios pueden suceder y suceden grandes cosas.

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